Cuentan —y estudios en marcha así lo demuestran— que los elementos influyentes de la contabilidad de Gobierno llegaron a Cuba con Cristóbal Colón. Se han hallado referencias de que en el primer viaje del almirante a América, además de aventureros y sacerdotes, venía un contador que informaría a los Reyes Católicos de España sobre las posibles ganancias de la expedición.
Entonces, resulta fácil inferir que la contabilidad es importante desde que los bienes formaron parte de la vida de los seres humanos. En nuestro caso, esa ciencia —o ese arte— adquiere ribetes muy significativos, dado el papel que le corresponde desempeñar en el proceso de actualización del modelo económico cubano.
En una conferencia presentada en el XI Encuentro Internacional de Contabilidad, Auditoría y Finanzas, efectuado a finales de mayo, el doctor José Carlos del Toro Ríos, subdirector general de Política Fiscal del Ministerio de Finanzas y Precios, subrayó que resulta imprescindible “desterrar el criterio de que esta solo cumple la función de registro; el marco conceptual y los estándares se han movido de privilegiar posiciones registrales a favorecer evaluaciones de desempeño, información social y nuevos estados que caractericen la posición de la empresa ante nuevas exigencias”.
O sea, a los equipos contables existentes en las diferentes estructuras les atañe emitir informaciones que constituyan instrumentos valiosos para adoptar decisiones y ejecutar ajustes en aras de elevar la producción y mejorar los servicios y fortalecer el eficiente empleo y el control interno de los recursos.
En ese accionar imprescindible queda aún un trecho por recorrer, debido a varios factores, entre los que está la débil apreciación que tienen algunos directivos del valiosísimo papel de los informes y consideraciones que son emitidos con periodicidad. También está presente el desconocimiento en ellos de elementos esenciales de la contabilidad que deben ser adquiridos y dominados a través de la capacitación y la preparación personal.
Hoy es imposible dirigir con eficacia cualquier actividad sin conocer aspectos económicos básicos. Por ejemplo, debe apreciarse en su justa medida la trascendencia práctica de la complementariedad existente entre la contabilidad y el control interno y tenerla muy en cuenta para robustecerla en aras de aprovechar de la mejor manera los recursos disponibles y evitar desvíos que laceran la salud de la economía y dañan, además, el prestigio moral del colectivo.
Hay ejemplos de una adecuada utilización de la contabilidad en la gestión empresarial. En las entidades que sobresalen en ese sentido, los especialistas son atendidos debidamente y se les crearon las mejores condiciones posibles para laborar.
No es un secreto que hay también centros en los que esa especialidad no es apreciada con la estima que merece y los locales donde los contadores ejercen sus funciones esperan desde hace demasiado tiempo por reparaciones y acondicionamiento, amén de las dificultades casi siempre presentes con el equipamiento informático y electrónico.
Pero lo peor es —como sucede— que los informes, reportes, alertas y consideraciones queden “congelados” en gavetas, sin que al menos los directivos principales les “echen un vistazo” o sean analizados en el consejo de dirección para evaluar colectivamente cómo anda la entidad y adoptar a tiempo decisiones imprescindibles.
Como señaló el doctor José Carlos del Toro en su conferencia, los contadores, financistas y auditores cubanos están en la obligación de prepararse para evaluar, desde la contabilidad, los efectos del resto de las políticas que se aprueben, jerarquizando los elementos contenidos en los documentos rectores de la actualización del modelo económico y social cubano.