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Reserva de minerales y de hazañas

Foto: Agustín Borrego Torres
Foto: Agustín Borrego Torres

 

Cuando las Minas de Matahambre van quedando atrás todo parece indicar que se ha llegado al lugar. Nada más alejado de la verdad, pues el acceso se hace difícil y solo un guarapo en el poblado de La Sabana alivia el cansancio y nos impregna de optimismo.

Mari Nilda Morales Hernández, secretaria general del buró provincial del Sindicato de Energía y Minas en Pinar del Río, consuela a cada paso —“estamos cerca”—, pero luego de subir la Loma de los Vientos, como le dicen al lugar, ya poco confiamos en ella como guía.

Así se llega a la Empresa Minera del Caribe S.A. (Emincar), a pocos kilómetros de la playa Santa Lucía; una obra colosal, llamada a convertirse en un emporio minero en beneficio del país, que en los próximos 25 o 30 años dará mucho que hablar por su quehacer productivo y hazañas humanas.

En octubre la arrancada

El Guajirito de Cortés, como se autodenomina Eusebio Hernández González, jefe de planta de proceso, ingeniero metalúrgico y Máster en Ciencias, lleva 30 años “con este proyecto en el bolsillo”.

Se formó durante cinco años en el Instituto de Minas de Leningrado y en 1986, cuando regresó a las Minas de Matahambre, inició el proyecto junto a otros especialistas. Sin embargo, varios intentos para encontrar financiamiento se vieron frustrados.

Esta es una obra que renació —contó uno de estos días mientras interrumpía su faena diaria—. Soy una persona muy optimista y siempre creí que eso podía suceder. Comenzamos con varias firmas extranjeras a negociar el proyecto, pero nada se concretó hasta el 2006, cuando una de ellas mostró interés.

“Así surgió Emincar con el objetivo de procesar minerales polimetálicos (fundamentalmente plomo y zinc) del yacimiento Castellanos- Santa Lucía. En el 2014 empezó la construcción de las facilidades temporales, y en marzo del 2016 inició la ejecución, fundamentalmente, de las principales obras: la planta de procesamiento, las oficinas, los talleres.

Carlos Rivera Gálvez, arriba, en el cargador, en un encuentro informal con Mari Nilda (la primera a la derecha) y con Mario Soler Rivera. Foto: Agustín Borrego Torres

 

“En estos momentos estamos empeñados en la puesta en marcha de las instalaciones; en tanto, en los meses de agosto y septiembre realizaremos los ajustes necesarios con vistas a que el 3 de octubre comience la producción y así cumplir con la primera exportación de plomo y de zinc, alrededor de unas 4 mil y unas 10 mil toneladas de concentrado, respectivamente”.

Eusebio resaltó que ambos yacimientos Castellanos- Santa Lucía tienen identificados reservas de minerales para unos 26 o 27 años. “Estamos construyendo una planta para el futuro, lo cual también traerá consigo la reanimación social de la zona, como la fabricación de una potabilizadora de agua para mejorar el abasto (en la actualidad con ciclos de entrega a la población de siete y más días en determinados sitios). También está previsto reparar los viales, construir casas de cultivo tapado, y completar algún equipamiento en el policlínico de la localidad”.

Difícil el trabajo y compleja la labor sindical

El sol es duro en estos meses del año y en la explanada donde se ubican los principales objetos de obra —quizás por las características geológicas mineras del lugar— sus rayos se sienten tan fuertes que resultan difíciles de soportar.

Hay mensajes de seguridad y salud del trabajo por todas partes, algunos verdaderamente llamativos, porque para los directivos de Emincar la vida de un hombre es sagrada. “Por mi familia regresa todos los días sano y salvo a casa”, resalta uno de estos.

A lo lejos “las montañas se desvisten y las minas se destapan”, como dice el argot de los obreros. Hasta allí no pudimos llegar, no obstante las imágenes del trasiego de las excavadoras y el llenado de los camiones, vistas desde lejos, daban una idea de cuán difícil sería el trabajo en el terreno.

Mario Soler Rivera, secretario general del buró sindical en la empresa (cuadro no profesional) labora como operador A de máquinas herramientas. Foto: Agustín Borrego Torres

 

Todo ello complejiza la labor sindical. A eso hizo alusión Mari Nilda durante todo el viaje, de las reuniones de afiliados al pie de las lomas en horarios nocturnos, sorteando las dificultades de los caminos. Hay que llegar hasta el operario, el mecánico, el obrero. No queda otra alternativa.

Eso lo sabe muy bien Mario Soler Rivera, secretario general del buró sindical (no profesional) en la empresa, con 11 secciones sindicales. “Aquí se trabaja 24 horas, en turnos rotativos de 14 días por 7 de descanso. Es algo atípico, se trata de una compañía mixta y las reuniones hay que acomodarlas. Hoy los compañeros se están moviendo en distintas áreas, debido a la situación operativa que tiene la culminación de la planta”.

“Llego a mi casa que no tengo deseos de nada, mi esposa me sirve la comida y enseguida voy a dormir, expresó Carlos Rivera Gálvez, secretario general de la sección sindical del área de movimiento de tierra. “En este bicho (hace alusión a su equipo de trabajo, cargador 301) permanezco 10 o 12 horas, así que cuando me levanto de aquí ya puede imaginarse cómo me siento. Mi viejo también fue minero, y ahora cuando yo le cuento de mis avatares, él solo se ríe, pues comprende muy bien lo que le estoy diciendo”.

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