La expectación por conocer las nóminas de los equipos para la 57 Serie Nacional ha tenido este año la particularidad de que los mentores escogidos levantan tanta polémica como un jugador excluido o una promesa a seguir. ¿Víctor Mesa con Industriales será, por fin, campeón? ¿Lazo será tan bueno como cuando ponchaba y ganaba el juego bueno? ¿Kindelán dará el jonrón esperado con Santiago de Cuba?
No pocos de esos directores serán los encargados de llevar a miles de aficionados a los estadios y paradójicamente recibirán más reproches y chiflidos que aplausos y vítores, porque siempre “ganan los peloteros y pierden los mánager”.Sin embargo, de los 14 directores anunciados hasta hoy (faltan Mayabeque e Isla de la Juventud) llama la atención que solo seis debutan en esa función.
El rascacielo pinareño Pedro Luis Lazo hará su estreno con el aliciente de haber ganado tres Copas previas al campeonato —la última de ellas la Antillana de Acero esta semana—; el espirituano José Raúl Delgado toma las riendas con la misión de hacer cantar a unos gallos; mientras Víctor Figueroa asciende al puesto de timonel de Matanzas con un expediente anterior de preparador físico de esa formación y el morbo que encerrará su duelo con el mentor azul.
Los otros tres nuevos en este desempeño los encabeza el santiaguero Orestes Kindelán, quien hace algunos años estuvo en el cuerpo de dirección de las Avispas y ahora pretende como primer objetivo la clasificación a la segunda ronda. Jesús Gómez se hará cargo de Cienfuegos con un aval abultado de premios en categorías infantiles así como en el béisbol de Italia y Venezuela; mientras los guantanameros sorprendieron con la propuesta del otrora receptor Roberto Borrero, cuya difícil tarea es mejorar el noveno lugar de la pasada campaña.
Por supuesto, de los repitentes, el más polémico vuelve a ser el jardinero-director naranja que por seis temporadas fue luego timonel rojo y ahora promete tres años como Víctor azul. Si consigue repletar el estadio Latinoamericano habrá cumplido su primer gran sueño, si clasifica a la segunda fase enseñará más virtudes, al tiempo que el trofeo de campeón representaría una alegría jamás vivida tras catorce años en estas funciones.
Uno que regresa tras haber dirigido en la 50 Serie Nacional es el tunero Pablo Civil, y para quienes gustan de datos curiosos, diez de los que llevarán las riendas fueron jugadores; mientras Carlos Martí sigue siendo el más longevo en estos trajines de dirección y será esta su 27 temporada con el uniforme de Granma, sin contar los seis años con Orientales y Mineros en Series Selectivas y las dos con Orientales en Superligas.
No pudiéramos tampoco dejar de mencionar al avileño Roger Machado, el más exitoso de los últimos diez años con siete medallas (3-2-1); al villaclareño Vladimir Hernández con su cuarto lugar de la pasada justa; y a los repitentes Orlando González (Camagüey), Noelvis González (Holguín) y Danny Valdespino (Artemisa), que han llevado ya a sus respectivos equipos a la segunda etapa, lo cual vuelve a ser la máxima prioridad.
Más allá de todo lo dicho, la evaluación de estos personajes pasará por lo que sepan imprimirle a su colectivo. Dirigir béisbol tiene grandes paradigmas en Cuba, desde Roberto Ledo hasta Ramón Carneado, José Miguel Pineda, Servio Borges, Pedro Chavéz, Jorge Fuentes, Pedro Jova, Higinio Vélez, Antonio Pacheco, Alfonso Urquiola y Rey Vicente Anglada, por solo mencionar los más encumbrados en cuanto a títulos nacionales y fuera de casa.
Si además de verlos discutir las reglas del juego logran en la afición más felicitaciones que ofensas, más elogios que críticas y más victorias que derrotas podrán quizás no pasar inadvertidos después de un largo y extenuante dolor de cabeza como resulta dirigir la pelota en Cuba.
