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Los colores del verso

Durante la presentación del libro en Las Tunas. De derecha a izquierda: Rogelio Fundora, Yuneitsy Oliva y el colega Antonio Paneque.

 

Durante la celebración de la jornada que en Las Tunas cada año rememora al insigne poeta Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, como parte del programa general de ese evento se efectuó el XX Coloquio Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, ocasión en que fue presentado el libro Los colores del verso, sobre la obra del artista Rogelio Fundora Ybarra (Madruga, 1972), con autoría de Lázaro J. Palenzuela Campos, distinguido bardo mayabequense, y Yuneitsy Oliva Díaz, abogada y promotora de la obra de este artífice, cuya existencia se ha encumbrado en dos vertientes líricamente interrelacionadas: la agricultura y el arte.

El volumen, con edición de lujo, fue publicado por Save Editores, de Medellín, Colombia, gracias al hermanamiento entre la Casa de la Décima de la provincia de Mayabeque y la Asociación de Trovadores Colombianos (Astrocol), que preside el impulsor y analista del repentismo en ese país de la Región del Caribe, Orlando Velásquez. Está compuesto por 84 páginas en papel cromado con cubierta dura, y en este se incluyen, además de fotos a todo color y en blanco y negro, textos de reconocidos críticos y especialistas sobre la producción iconográfica de este creador acreditado como El Guajiro que pinta, junto a varios poemas inspirados en su obra, de prestigiosos vates de ambas naciones.

En su selección de escritos, amén de los creados por ellos, el dueto Palenzuela-Oliva eligió algunos de los publicados en diferentes órganos de prensa nacionales sobre la iconografía de Fundora, y también poemas iluminados por su creación, entre cuyas firmas sobresalen las de los repentistas cubanos Héctor Gutiérrez, Orlando Laguardia, Irán Caballero, Yoslay García, José E. Paz, Alexis Díaz-Pimienta y Luis Paz, así como de Alejandro Marín, Cocoliso, el rey de la trova colombiana; y el director de la escuela de la trova de esa nación, Juan Stiven Delgado, Guaskila.

Desde el año 2011, cuando Rogelio decidió combinar la guataca con el pincel, ha realizado más de 50 exposiciones personales, entre las que se destacan las efectuadas en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura —donde se exhibe una de sus obras donadas a esa entidad—, el Memorial José Martí, el Palacio de Torcedores y la Sociedad Cultural José Martí, institución en la que este libro fue primeramente presentado hace poco más de un mes.

El artífice ha dicho que pintar siempre fue “una necesidad que me permitiera plasmar mis raíces, las costumbres del guajiro cubano, el trabajo agotador, cotidiano, de sol a sol en el campo”.

Entre sus obras más emblemáticas se encuentran Bendita lluvia, En la muerte halla el poeta su poesía y el Apóstol la libertad —donada al Memorial José Martí—, Guajiros en el lago y Autorretrato en el guayabal, todas reproducidas a color en este librocatálogo, además de El arrozal y Pescando un sueño, respectivamente escogidas como ilustraciones de la portada y la contraportada. Se incluyen asimismo varios de sus cuadros de la serie Guajiros, amén de sus pinturas sobre cerámicas, entre otras piezas en diferentes técnicas.

Esta compilación de textos y fotos sobre el quehacer iconográfico de Rogelio, fue dedicada por él a la memoria de su recientemente fallecido padre —otro ilustre agricultor que le inculcó el amor por la tierra—, y a quien considera su gran inspirador.

En sus palabras para este volumen sus autores enfatizan que “la vinculación de un hombre de campo como Rogelio, con el arte, muestra algunos rasgos de su personalidad humilde e introvertida, que utiliza la capacidad de crear como arma fundamental de expresión, sus orígenes resaltan en lo pintoresco y original de sus obras, la agricultura que le ha servido al ser humano como sustento imprescindible en su alimentación desde el período neolítico”.

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