Detalles de la Tarea Vida: Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático, aprobado por el Consejo de Ministros el 25 de abril de este año, fueron informados a los diputados en la reciente sesión del Parlamento, quienes le otorgaron pleno respaldo.
Se trata de una propuesta integral, sustentada en serias investigaciones científicas, que incluye la dimensión territorial, y constituye una sólida respuesta cubana a la temprana y dramática alerta expresada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Cumbre de la Tierra, hace ya cinco lustros, cuando dijo que una importante especie biológica estaba en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de las condiciones naturales de vida: el hombre.
La diputada Ofelia Miriam Ortega consideró que este Plan debía ser conocido por los pueblos del mundo “que se presente en el foro de Sao Paulo, pues mientras el imperio dice No al Acuerdo de París, Cuba dice Sí, porque queremos que los cubanos y cubanas tengan vida saludable y abundante, como siempre hemos soñado”, reflexionó.
Al retirar a Estados Unidos del Acuerdo, pese a que ese país es el segundo emisor de CO2 del mundo causante del calentamiento global y hasta el 2011 ocupó el primer puesto en la triste escala del deterioro del medio ambiente, Trump no solo abandonó la lucha contra el mayor desafío de la humanidad, sino que insiste en agredir sin medida el hábitat del ser humano y su propia existencia con las guerras que mantiene en diversas partes del mundo.
Y si el mandatario quedó aislado en relación con el resto de la comunidad internacional al adoptar esa decisión, días después en un intento por reivindicarse hizo el ridículo al tratar de asociar su política antinmigrante con una supuesta preocupación ambientalista. Reveló ante un grupo de seguidores de Iowa que su Gobierno estaba considerando la posibilidad de cubrir con paneles solares el futuro muro que planeaba construir en la frontera con México. Sus argumentos no pudieron ser más pueriles: “¿Muy buena imaginación, verdad? ¿Buena? Es mi idea”, afirmó entusiasmado. “Tenemos una buena oportunidad, ese es uno de los lugares en los que la energía solar realmente funciona, debido al tremendo sol y calor, eso de verdad funciona allá, así que veremos qué pasa con eso. Sería estupendo y creo que también lo podríamos hacer hermoso”, expresó.
Ni con semejante propuesta el caprichoso e impredecible presidente se libra del triste privilegio de ser el único al que no le interesa la destrucción del planeta y del ser humano, al desentenderse de las estrategias fundamentales de enfrentamiento al cambio climático, que sí son tomadas en cuenta en el Plan del Estado cubano: la mitigación y la adaptación.
En la sesión plenaria de la Cumbre de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, Río+20, efectuada en Brasil, hace cinco años, el General de Ejército Raúl Castro Ruz fue preciso al abordar los efectos que el cambio climático podría tener sobre Cuba:
“Un profundo y detallado estudio realizado durante los últimos cinco años por nuestras instituciones científicas —aseveró—, coincide en lo fundamental con los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático y confirma que en el presente siglo, de mantenerse las actuales tendencias, se producirá una paulatina y considerable elevación del nivel medio del mar en el archipiélago cubano. Dicha previsión incluye la intensificación de los eventos meteorológicos extremos como los ciclones tropicales, y el aumento de la salinización de las aguas subterráneas. Todo ello tendría serias consecuencias, especialmente en nuestras costas, por lo que hemos iniciado la adopción de las medidas correspondientes”.
La Tarea Vida para proteger a nuestra pequeña nación y a sus habitantes es nuestra estrategia, mientras que el imperio más poderoso del mundo apuesta por la muerte.