Por Fiorella Franco y Hair Melik, estudiantes de Periodismo
Hace pocos días Santiago de Cuba tuvo dos celebraciones a lo grande, los 37 y 35 años del Festival del Caribe y Casa del Caribe, respectivamente.
Ambos han dejado su marca en la ciudad santiaguera y más allá también. Fue Joel James, junto a otros compañeros, el arquitecto de la idea, con el objetivo de defender y potenciar la cultura popular tradicional de la región caribeña.
Para Fátima Patterson, fundadora junto a Joel de la Fiesta del Fuego, “él era la esencia del Festival, un hombre de letras, preocupado por la ciencia y la cultura de su país, que se dio cuenta de que había un fenómeno en esta parte del país que era necesario tocar, agarrar, ponderar, para sacarlo a flote de manera definitiva y hacer que la unidad se diera a través de la cultura”.
Su actual presidente, Orlando Vergés, cuenta: “La primera y más significativa de las huellas fue la de crear un contexto propicio a partir del Festival para que se reiniciara una circulación cultural en el país, sobre todo de la cultura popular y de las tradiciones. Hasta ese momento ninguna institución creada por el Estado había mirado hacia esa zona para facilitar los procesos de la creación dentro de esta cultura.
“Con el paso de los años el Festival amplía la convocatoria a todo el Caribe y lo que había logrado desde un inicio en el ámbito nacional lo logra en el ámbito internacional”.
La Fiesta del Fuego creó las condiciones favorables para que tuvieran lugar los procesos de continuidad de las expresiones de la cultura popular dentro de la identidad local y nacional.
“Desde sus inicios, acota Vergés, crea las condiciones para que se amplíen los diálogos especializados entre estudiosos, investigadores, portadores de lo popular tradicional y trasciende las salas tradicionales y va a los espacios naturales, donde tienen lugar estas expresiones”.
La Casa fue la institución concebida para soportar el Festival del Caribe, su trabajo se ve mayoritariamente en la propia celebración.
“Joel fue creando una escuela para proyectar el objeto social de la Casa, precisa su actual director, apoyándose en los recursos que ofrecían las expresiones de la cultura popular que hasta hoy son únicos.
“Esto deja claro el principio de que había que mirar hacia una cultura comprometida, en la que todo el mundo tenía la posibilidad de decir algo, porque a veces lo que no se puede conseguir empleando fines políticos se consigue con la cultura. Él se acercó hacia esta zona como no lo había hecho nadie antes.
“Todo el año está en constante vínculo con la Fiesta y emplea varios recursos de investigación en función de los procesos que se dan en la cultura popular. Hay una cantidad considerable de peñas, encuentros tanto fuera como dentro de la institución con esas expresiones culturales. “La Casa se ha ido nutriendo de algunos soportes que divulgan estos resultados, extendiendo el trabajo por todo el Caribe y el mundo; tiene resultados visibles como la revista Del Caribe, que existe desde 1983, con la función de promover los estudios, resultados e investigaciones; también está el sello editorial Del Caribe, con nueve títulos publicados de autores con importantes estudios de la región”.
Quienes de otras latitudes asisten a este jolgorio caribeño también se muestran agradecidos e identificados. Vera Atahilde, brasileña, que lleva cuatro años consecutivos formando parte de la celebración, expone:
“Pienso que es muy importante la confirmación de la identidad de la región, la mezcla de las culturas. Como brasileña siento que necesitamos cada día más la aproximación de latinoamericanos y caribeños, porque sabemos muy poco los unos de los otros. Aprecio al Festival más maduro, hay cada vez mayores posibilidades de intercambios”.