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Controles que ayuden

En su conjunto, la organización, planificación, dirección y control se constituyen en la estructura del proceso de gestión en el que la planificación incluye metas, establece estrategias y desarrolla planes para coordinar actividades.

Controlar los recursos de cualquier tipo es esencial. Insistir en ello es válido, sobre todo cuando una economía como la nuestra, requiere, como orientó en febrero de 1964 el Comandante Ernesto Che Guevara, de “(…) una contabilidad perfecta y al día (…), única garantía de que podamos trabajar con cierta soltura de acuerdo con la distancia de donde tenemos que traer nuestros abastecimientos”.

No obstante, varios lectores me han escrito a partir de algunas Columnas del lunes y comentarios sobre el tema e insisten, casi de manera generalizada, en que no debe tratarse solo de ejercer el control, sino también de ayudar para que los registros y la vigilancia sean cada vez más efectivos, sobre la base del conocimiento pleno de lo que debe hacerse, y lo regulado y establecido en numerosas resoluciones, normativas, indicaciones, directivas…

Hace algún tiempo, mientras conversábamos sobre el tema, el doctor Alfredo Espinosa Brito, Héroe del Trabajo de la República de Cuba, recordó cuando a principios de la Revolución fue ubicado, una vez terminada la carrera de Medicina, en el hospital rural de Crucecitas, en la parte cienfueguera del macizo montañoso Guamuhaya.

Con regularidad llegaban allí equipos de control y ayuda de las diferentes estructuras de dirección del sector, algunos de ellos encabezados por altos cuadros del Ministerio de Salud Pública, según rememoró Espinosita, como le llaman cariñosamente.

Entonces, controlaban todo, hasta el más mínimo detalle, pero predominaba la ayuda, la enseñanza, la orientación precisa para quienes tenían la responsabilidad de registrar, comprobar y garantizar la utilización adecuada de los recursos y medios disponibles.

Un lector que forma parte del colectivo de una empresa capitalina comentó a través de un correo que él tiene la percepción de que cuando llegan especialistas a ejecutar una acción de control a su entidad, lo hacen solo con el propósito de encontrar los problemas y señalarlos, pero no aprecia, en ningún caso, que aparejado a ese ineludible ejercicio de búsqueda, examen e inspección, esté la explicación oportuna, la enseñanza necesaria…, en fin, la ayuda.

Siempre que escucho a Gladys Bejerano Portela, contralora general de la República, hablar insistentemente de la prevención, pienso en la importancia de ese apoyo en aras del aprendizaje y el dominio exacto de lo establecido, para evitar que por no conocer se cometan errores casi siempre lamentables y dolorosos.

Es cierto que el desconocimiento no exime de responsabilidad ante la ley, pero tampoco se nace siendo sabio ni erudito. Además, aunque en lo referente al control interno las regulaciones están bien definidas, la aplicación práctica, como criterio de la verdad, requiere de métodos, estilos y formas que son del dominio público, debido a la experiencia adquirida, de los especialistas con más tiempo en el ejercicio de sus funciones, quienes deben transmitirlas con sentido magisterial.

No debe suceder que ante el anuncio de una auditoría, los directivos, económicos y contadores solo sientan el temor de que algo no esté bien, a pesar de la dedicación ejercida, o porque “al buscar siempre se encuentre”, sin aparecer también en ellos el necesario sentimiento de que “seremos asesorados y aprenderemos más”.

No se trata solo, como sucedía antaño, de poner un cartel en la recepción del centro que diga: “Bienvenido el Control y Ayuda”, sino de sentir que la visita de examen será doblemente provechosa, por el fortalecimiento que significará en el control y por la ayuda que recibirán los especialistas.

Me han contado —y he visto— a auditores que se encierran en una oficina y piden poco a poco los registros y documentos, los revisan minuciosamente, hacen apuntes y solo requieren de la presencia del director o el contador cuando deben aclarar alguna duda o hacer una pregunta. Eso no es correcto, a mi modo de ver.

La inspección debe realizarse en presencia todo el tiempo de quienes llevan los controles y emiten las informaciones pertinentes, para que sobre la marcha, además de ejercer el inevitable rigor del examen, también transmitan la experiencia de quien lo hace, a través de explicaciones, argumentos, enseñanzas… La Contralora General de la República ha insistido igualmente en la obligación de fortalecer la capacitación para lograr un control más eficaz de los recursos. Esa actitud a la que me refiero puede formar parte de ella, independientemente de los cursos y talleres que se organicen y desarrollen con ese fin.

Bienvenida sea entonces cualquier acción de control, pero bienvenida sea también la ayuda, sin carteles ni fanfarrias, como parte de un todo integrado en bien de las personas y de la economía.

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