Cuentan los más ancianos que si visitas Camagüey y bebes agua de sus tinajones, regresas. Pero el ingeniero Yanan Camaraza Medina, de la Empresa Eléctrica (EE) de Matanzas, asegura que no lo hará nunca más.
Por gestiones de trabajo llegó a inicios de este mes a la ciudad agramontina en horas de la madrugada. Sus colegas de la EE de Camagüey lo recibieron con cordialidad y condujeron hacia el hotel Plaza, lugar donde se hospedaría.
Allí lo atendieron con gentileza en la recepción y realizaron los trámites de rigor. Todo marchaba bien hasta que la tarjeta de pago Isla Azul no pasó por el post de cobros. A partir de este evento empezaron sus sinsabores.
“Llamé a mi centro —explica— y me dijeron que podía pagar mediante una prefactura porque teníamos un contrato oficial con la instalación hotelera”. Para su pesar, esta rechazó la opción porque tenían un gran volumen de cuentas por cobrar.
Yanan no perdió la calma. Contactó con la directora económica de la EE en el territorio, quien le dijo que ellos también poseían pagos anticipados los cuales cubrirían el costo de su estancia, pues pertenecen a la misma empresa.
Incluso con las gestiones y el financiamiento depositado por adelantado le pusieron una nueva traba: exigieron un cheque de pago. Esta variante no fue aceptada por la EE camagüeyana. Resultaba improcedente, porque no habían consumido aún el monto prepagado.
Cerca del mediodía, el remitente se marchó disgustado. “En ese momento recordé un spot televisivo donde halagan la hospitalidad y benevolencia de los camagüeyanos y me dije: ¡Qué irónico!”.
Yanan no dice dónde durmió, pero sí que al otro día, en cuanto concluyó su labor se marchó de la ciudad, sin ánimos de retornar. No obstante, agradece la solidaridad del decano de la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la universidad de la provincia y de Daymis, una trabajadora del hotel.
“Es una pena que la imagen de una entidad, llena de excelentes personas, se vea manchada por la insensibilidad y el burocratismo”, concluye.