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¿Inventarios necesarios o en exceso?

Por Oscar Luis Hung Pentón*

En el año 2016 la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei) mostró saldos superiores a períodos anteriores en el nivel de inventarios existentes en poder de las entidades estatales del país.

¿No es acaso una responsable gestión de inventarios, antesala de utilización racional y eficiente de los escasos recursos de que dispone el país? Ciertamente, empresarios, economistas y contadores están de acuerdo con ello, pero la situación real de la acumulación de inventarios, incluidos los ociosos y de lento movimiento, se alejan bastante del propósito de eficiencia en su gestión.

En primer lugar, los costos de los inventarios se ven determinados por su permanencia en almacenes, dado que estos tienen un costo en los procesos de recepción, almacenamiento, inspección y despacho.

Otro factor que incide en el costo de almacenamiento es el conocido costo de oportunidad, el cual se relaciona con la erogación realizada en la adquisición de los inventarios y que ocasiona que la entidad prescinda de su disponibilidad para inversiones en procesos que estimulen la generación de valor agregado. No menos importante en este costo es el riesgo que agrupa factores relacionados con la obsolescencia, las averías y el traslado.

En la práctica, la mayoría de nuestras organizaciones económicas carecen de elementos efectivos en materia de la estimación de la demanda de inventarios para asegurar el proceso de fabricación de bienes y prestación de servicios, propiciando que se conviertan en fuentes de los planes aprobados para el período determinado, que por lo general están desfasados en el tiempo.

Por tal razón, en el mejor de los casos, se buscan alternativas que logren establecer un equilibrio entre la disponibilidad de estos para asegurar el nivel de actividad de la entidad y los costos que generan su adquisición, mantenimiento y riesgos asociados.

Factores como la inestabilidad de los proveedores y materias primas, la falta de una logística moderna, encargados de las compras, así como la ausencia de elementos de programación financiera que aconsejen los niveles necesarios y óptimos que debe adquirir la entidad, son causa de que se compren materias primas y materiales superiores a las exigencias del ciclo productivo y de servicios, y con surtidos que de acuerdo al tipo y calidad, no son los requeridos por la organización económica en cuestión.

Los inventarios también incluyen producciones en proceso y productos terminados que aparecen a lo largo del ciclo de producción de una entidad.

Algunas bibliografías refieren que mantener inventarios disponibles puede costar, al año, entre un 20 % y un 40 % de su valor. Por lo tanto, administrar cuidadosamente los niveles de inventario tiene un buen sentido económico.

No puede desconocerse lo desfavorable en términos de control interno, y marco propicio para la comisión de delitos, que se constituyen las elevadas acumulaciones de inventarios por encima de las necesidades reales de las entidades que los poseen.

Aun cuando las normas que establecen el manejo de los inventarios, susceptibles de actualización, la creatividad y el sentido de pertenencia son factores claves para dar un vuelco positivo a la situación existente.

Los inventarios mostrados por las organizaciones y entidades a lo largo y ancho del país tienen que estar comprometidos como fuentes de su Plan, lo cual demanda una acción consciente de todos los implicados en el proceso de planificación económica y muy en particular de quienes están a su cargo de la gestión de los inventarios.

*Presidente de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (Anec)

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