Nancy tiene 62 años y nos escribe porque quiere saber qué hacer para tener derecho al retiro, pues no reúne el tiempo de trabajo requerido.
Según cuenta en su misiva laboró 38 años, desde 1970 hasta el 2008, y por problemas personales se desvinculó. En su provincia le explicaron que tiene dos opciones: incorporarse a un centro estatal por más de seis meses y posteriormente, jubilarse o acogerse a la modalidad del trabajo por cuenta propia y pagar la seguridad social durante un quinquenio.
Su interés, al parecer, es asumir la segunda opción, pero solicita más detalles de cómo proceder.
Aprovechamos la oportunidad y recordamos a los lectores y a Nancy que las cartas deben reflejar los datos personales del remitente, de lo contrario no pueden ser tramitadas.
Nunca podré jubilarme
Así asegura Gladys en su misiva, porque su expediente laboral está perdido, y con él, la constancia de 18 años de trabajo en la industria alimentaria y la salud pública.
La lectora dejó de trabajar hace 13 años, en el 2004, en el hogar de ancianos del municipio de Jesús Menéndez para dedicarse al cuidado de su padre. Al reincorporarse en el 2013, el jefe de Recursos Humanos le pidió que recogiera su expediente en el antiguo centro, pero no apareció.
En sus indagaciones supo que el documento estaba ahí, luego del azote del ciclón Ike, según le confirmaron el responsable de Personal en ese período y su auxiliar.
Consternada se dirigió a la Dirección Municipal de Salud Pública, donde le informaron que la ley establece que pasados cinco años no existe derecho a reclamación.
Para ella resulta increíble que sean conservados los expedientes de fallecidos y el suyo siga desaparecido. “Por desconocer el procedimiento no lo tengo en mi poder”, comenta.
Cuando se desvinculó –continúa– el Código de Trabajo no estipulaba que se debía recoger dicho documento. “Ahora estoy próxima a la edad de jubilación, laboro hace tres años en la planta de tableros Máximo Gómez Báez, de Jesús Menéndez, y con razón me están exigiendo el expediente”, subraya.
Gladys necesita avalar de algún modo el tiempo que reflejaba el documento laboral, pero le informaron –adecuadamente– que no se aceptan testigos. Desesperada pide orientación, porque se quiere jubilar.