Detrás del home han pasado por Cuba excelentes receptores, incluso antes de nuestras series nacionales. Es una posición que demora años en dominarse y su maestría no queda resumida solo en un buen porciento de cogidos robando, sino en la dirección de un staff de pitcheo, en la defensa férrea de su posición (recibir pelotas contra la tierra o tiros de los jardines) y en la conducción total del juego a la hora de colocar la defensa para cada bateador.
Un catcher de excelencia si produce a la ofensiva será mucho mejor, pero en casi todas las ligas profesionales del mundo valen más para los directores los aventajados a la defensa que un sobresaliente al madero “guante de palo”, con las excepciones que siempre existen y existirán.
El villaclareño Ariel Pestano jugó 22 series nacionales, y en al menos 16 fue casi insustituible en su equipo naranja y en la selección nacional. De hecho es quien más largo período de tiempo ha sido titular de esa posición con las cuatro letras en el uniforme.
Una de sus tantas virtudes era resumir en su desempeño la elegancia de Juan Castro para mascotear, el coraje de Lázaro Pérez y Evelio Hernández en situaciones tensas, el virtuosismo de Alberto Martínez para guiar a los lanzadores, la potencia de tiro a las bases de Pedro Medina, la seguridad de Juan Manrique y la efectividad de Roger Machado ante estafadores de almohadillas.
También tenía su propio estilo. Valiente, peleón, líder, oportuno al bate y preferido por el mejor cuerpo de lanzadores de 1998-2013: Pedro Luis Lazo, Norge Luis Vera, José Ariel Contreras, Adiel Palma, Yadier Pedroso, José Ibar y Ormari Romero, por mencionar algunos.
Sus enseñanzas y ejemplo andan hoy apegadas a la frase que le regalara el puertorriqueño Iván Rodríguez (13 veces Guante de Oro en la Major League Baseball) durante el Clásico Mundial del 2006: “Parece un torpedero detrás del home”. Y como si el destino fuera sabio, Pestano le puso out en home al boricua en esa lid, imagen todavía inolvidable para ambos.
¿Más grande o más consagrado? ¿Mejor o más completo? ¿El receptor ideal? Todas esas preguntas no pretenden respuestas impuestas, aunque su nombre y sus palabras pudieran hacerlo.