Santiago de Cuba vivió un fin de semana de puro béisbol, del más auténtico, del que necesita esa provincia y todo el país. Su triunfo por segundo año consecutivo en el campeonato nacional sub-23 consolidó que tiene la generación de mejores resultados en esa categoría, al tiempo que abrió las esperanzas —una vez más— de cara a la venidera 57 Serie Nacional.
Y digo una vez más porque el pasado año, un equipo muy similar, con director exitoso incluido, Eriberto Rosales, se adueñó del sitial de honor en la tercera edición, pero la repercusión entre los mayores no fue la esperada, pues ni siquiera clasificaron para la segunda etapa y el estadio Guillermón Moncada tuvo las gradas más desiertas desde su inauguración el 24 de febrero de 1962.
Ahora, no solo fue el conjunto con más victorias en la etapa clasificatoria, sino que aplastó a Holguín y Villa Clara en semifinal y final, respectivamente, con la ofensiva como arma letal (41 anotadas, cinco jonrones y 361 de average) y un pitcheo que apenas permitió 1,50 promedio de carreras limpias y fue usado con inteligencia y corrección: abridores y cerradores.
Los nombres de Lionard Kindelán —de tal palo, tal astilla—, Sergio Barthelemy, Yoelquis Gibert, Luis Veranes, Yery Martínez, Dasiel Sevilla, Santiago Torres, Carlos Font, Digney Arévalo, Florencio Maleta se ganaron por derecho propio que la afición los recuerde desde hoy y hacia el futuro, sobre todo por las alegrías que pueden aportar a una provincia tan imprescindible en esta disciplina.
La tarea ahora parece compleja, pero alentadora para el flamante director de avispas, Orestes Kindelán, quien adelantó su objetivo para la temporada que inicia el 6 de agosto: “tendremos a muchos de estos muchachos en la nómina y vamos primero por clasificar entre los ocho, luego pensaremos en las medallas”.
De cualquier manera la finalizada edición de la sub-23 cumplió con mejor rostro el propósito fundacional en el calendario deportivo. Una posible extensión a 45 partidos en todo el país (ahora fueron 40 en una misma zona), algunos partidos en horario nocturno donde la provincia pueda asumirlos, más énfasis en la defensa durante los entrenamientos y una serie final de cinco juegos son ideas posibles sin grandes costos económicos, solo con mejor planificación.
Jugar pelota es lo que necesitaremos siempre para que el talento brote por doquier y respire nuestro pasatiempo nacional ante las salidas legales e ilegales de peloteros, a quienes las ofertas de otras ligas internacionales les llegan cada vez más jóvenes.
No es mágico ni perfecto el campeonato que finalizó este fin de semana. De hecho, lo más resentido es el concepto de espectáculo que no acaba de encerrar por múltiples razones, no todas deportivas. Sin embargo, su instrumentación es imprescindible en el camino largo y tenso del béisbol cubano por sobrevivir con calidad.
En la Liga Can-Am desde el 8 de junio
Con nueve integrantes del último equipo Cuba al IV Clásico Mundial y 11 repitentes de la primera incursión en la Liga Can-Am, el mentor avileño Roger Machado vuelve desde el 8 de junio a terrenos conocidos de Canadá y Estados Unidos (se juega en los dos países) en pos de mejorar las diez victorias y nueve derrotas del pasado año con una selección nacional.
La diferencia mayor estriba ahora en la juventud de la escuadra y en un pitcheo casi inexperto en lides internacionales (solo Vladimir Baños, Yoanni Yera y Alaín Sánchez tienen un poco más de carretera), por lo que habrá que apelar más a un juego rápido, productivo, de buen corrido de bases y defensa hermética para lograr un balance positivo en los 21 desafíos programados, 18 de ellos de forma consecutiva.
Calendario de Cuba en la Liga Can-Am: 8 al 11: vs. Trois Rivieres; 12 al 15: vs. Capitales de Quebec; 16 al 18: vs. Campeones de Otawa; 19 al 21: vs. Sussex County; 22 al 25: vs. New Jersey; 27 al 29: vs. Boulders Rockland