Una batalla épica contra el tiempo se libra en 32 mil metros cuadrados de la geografía mayabequense, donde se decide el abasto de agua a miles de capitalinos que habitan en los municipios del centro de la ciudad y en parte de Boyeros.
La calma se ha roto en aquel punto cercano al poblado de La Salud, en el municipio de Quivicán, donde colapsó un tramo de casi un kilómetro de la conductora Cuenca Sur, la de mayor diámetro entre las principales fuentes que tributan hacia La Habana.
El agua fluyó en altura para luego anegar el campo. Desde entonces, una invasión de equipos y constructores no da tregua y ya alcanzó la meta inicial, porque funcionan las dos primeras líneas paralelas de tuberías que permitieron la llegada del preciado líquido a los tanques de Palatino y su distribución, de manera escalonada, a partir de la noche del jueves último.
De forma simultánea se ha ido acometiendo la segunda etapa. Este domingo se trabajaba en la conexión de la tercera línea, y en pocos días será la cuarta, pues siguen llegando las tuberías de polietileno de alta densidad (PAD) producidas a todo tren en la capitalina fábrica Hidroplast.
El esfuerzo fabril va a tono con el ritmo de ejecución a pie de obra, donde el incesante ir y venir de camiones, de buldóceres y de cargadores, en tan poco espacio, obliga a preguntarse cómo es posible que todo salga bien y en el tiempo previsto. La respuesta la tenemos en que no solo hay organización y exigencia.
A todas luces hay quienes velan porque se cumplan las condiciones seguras de trabajo y el uso de los medios de protección, pues si bien muchos son operarios experimentados, nunca está demás el cuidado extremo.
De faltas y premuras
Más de 400 mil habitantes se han visto perjudicados por la avería. Pero la afectación fuera mayor de no haberse realizado, en los últimos seis años, inversiones en otras importantes fuentes de abasto para su rehabilitación e interconexión, lo cual permitió trasvasar, desde estas, la mitad de los tres mil litros por segundo que aporta la conductora Cuenca Sur.
“De lo contrario, los cinco municipios del centro de la ciudad habrían estado sin agua”, afirma categórico el ingeniero Javier Toledo, delegado del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) en la capital, quien acompañado por el ingeniero Bladimir Matos, vicepresidente del organismo, sigue al detalle cada trabajo.
Sus rostros denotan el cansancio acumulado y entre una llamada o una consulta técnica, ambos atienden al equipo de Trabajadores, porque —aseguraron—, saben la importancia de la prensa y el papel que ha desempeñado en mantener informada a la población de cuanto se hace para restablecer el servicio. Para Bladimir lo más importante a destacar es la unidad y cooperación demostradas por todos los constructores, provenientes de diferentes organismos.
“Están trabajando como una familia y con mucha responsabilidad y compromiso, sin distinguir nombres para evitar olvidos involuntarios”, subraya. Por eso prefiere referirse a brigadas del INRH y de los ministerios de la Construcción y de Energía y Minas. Es un sentimiento generalizado, imprescindible en situaciones de emergencias como esta, que se dan poco y obligan a constantes decisiones en el terreno para ganar horas, minutos, segundos.
Así ocurre a los proyectistas, quienes aportaron la solución a fin de sustituir el tramo afectado. Con las cuatro líneas se podrán habilitar hasta 12 pozos para bombear en un régimen seguro, plantea el ingeniero Norberto Delgado Pino, especialista de la Empresa de Investigaciones y Proyectos Hidráulicos de La Habana.
Historia a medias
Y si de contribuciones se habla, bien valen estas líneas para alguien de quien solo supimos el nombre, Michel, que tiene unos 35 años y vive en las inmediaciones de la Virgen del Camino.
Desde hace seis años dejó su puesto de operario para convertirse en trabajador por cuenta propia. Resultó que la máquina en la que laboraba era la decisiva para llevar adelante la solución a las 12 piezas metálicas que unen las líneas de tubería de PAD con la conductora, conformada por tubos de centro acero, tecnología en desuso y sustituida hace tiempo en el mundo por los de PAD.
El sábado 27 de mayo llegaron las planchas a una unidad del Grupo de Cemento ubicada en San Francisco de Paula y perteneciente al Grupo Empresarial Industrial de la Construcción. Hubo que buscar a quien único podía enrolarlas: era Michel y no se negó. Al día siguiente, bien temprano, salieron rumbo a su destino los primeros tubos.
El resto los terminaría en medias jornadas durante otros tres días. La anécdota me hizo pensar en que ese joven había cumplido por ser cubano y estar imbuido del altruismo que la mayoría llevamos dentro y brota en circunstancias como esta, motivo de desvelos no solo para los constructores, pues autoridades del Partido y del Gobierno en todas las instancias permanecen al tanto de la situación y acuden al lugar a cualquier hora del día o de la noche.
Es que los movilizados en el kilómetro seis de Cuenca Sur laboran las 24 horas, unos en jornadas extendidas, como ocurre a la brigada No. 1 del contingente Blas Roca Calderío, responsable del movimiento de tierra y el rehincho de las trincheras. Varias actividades tienen doble turno y hasta un tercero, tal es el caso del grupo de obras especiales de Aguas de La Habana, integrado entre otros, por soldadores, encargados de unir los tubos con termofusión.
Hasta el equipo en funciones nos acercamos al rayar el mediodía. La hora en que, según nuestro fotorreportero Robleda, el perro no sigue al amo. Sin embargo, en la obra la actividad no ha perdido ritmo. Lidereados por Reinaldo, desde la noche anterior estaban Juan Carlos, Walvis, Lázaro y Reinier, quienes preparaban el traslado de la máquina para seguir en la soldadura del tercer kilómetro de tubería. En el extremo opuesto conversamos con los soldadores Rondón y Ferrer, de la brigada No. 2 de la Empresa Constructora del INRH, la de Pancho, como identifican cariñosamente al colectivo que dirige este viejo maestro de obras. A todos los conocimos cuando en el 2011 se acometía el trasvase entre las presas Jaruco, en Mayabeque, y La Coca, que forma parte del sistema de abasto al este de la capital.
La nueva hornada de técnicos y especialistas tenía fuerte representación en la tropa de Aguas de La Habana. La mayor parte ocupada en las pruebas de pitometría, que según explicó el ingeniero Alexis Hernández, consiste en medir con sensores por fuera de la tubería para comprobar la presión, volúmenes y caudal del agua, que ese día, llegó poco a poco a su destino. Fue el mejor indicio para todos, de que habían ganado una batalla y de que vencerán en esta guerra.