Aimara Ariosa Arrosarena no puede ensartar una aguja. Su discapacidad visual se ha agudizado por la falta de iluminación en el taller especializado, situado en la calle Marcial Gómez, número 506, en la ciudad cabecera de la provincia de Ciego de Ávila.
“Desde que comencé a trabajar aquí hace muchos años escucho lo mismo, que no hay divisa para comprar lámparas y tubos, como si los de baja visión no necesitáramos suficiente luz…”, argumenta la trabajadora.
El “cuartico” está igualito en La Chaveta, unidad ubicada cerca de Los Elevados, también en la capital avileña. Por suerte, la antigua máquina de coser tiene una luminaria, sino el veterano Benito Incán García, fundador del centro, no diera ni una puntada, tal como sucede con los inactivos equipos cosedores marca Futura.
¿Cambiando salud por dinero?
Aunque los riesgos laborales y los bajos salarios inciden, las faenas en penumbras no constituyen el gran dilema en ambos establecimientos. Ana Fonseca, dirigente sindical, argumenta que los rigores del trabajo debido al calor, el polvo, las filtraciones por el techo y las roturas de la caja para agua fría en el centro donde laboran ciegos, sordos, mudos y personas con otras discapacidades, son incomparables con la baja productividad por la carencia de materias primas.
Nada más que una pajilla diaria para sillones de madera y cajitas para cumpleaños se fabrican en la actualidad. “Tuvimos casi totalmente paralizado el proceso en mayo por falta de materia prima”, declara Orquídea Simón, jefa de taller.
Mientras que en La Chaveta una mujer confecciona tres escobas por jornada a golpe de martillo, y los hombres reparan un colchón cada dos días. La certeza de que estos son procesos arcaicos en la era moderna, lo corrobora Celso Carnot Córdova, jefe de taller: “La producción real ronda los 6 mil pesos, la cual oscila entre 40 y 45 % de cumplimiento del plan”.
Argumenta Benito Incán que antes fabricaban guantes para peloteros de una aceptada demanda. Pero, el “juego” se acabó en el “inning” en el que los precios de los insumos se dispararon en pesos cubanos convertibles. “Desde entonces, trabajamos a base de ‘toques de bola’ para poder producir y asegurar el salario mínimo”, subraya el obrero.
Aimara Ariosa enfatiza que “cuando nos entregaban las materias primas directo a la fábrica, hacíamos maravillas, ahora las concentran en un almacén en nuestra empresa provincial que no tiene camiones desde que se crearon las bases de carga municipales, ahora ‘buchito a buchito’ nos llegan los recursos”.
Zancadillas
Antes era más fácil la gestión. Además de los recursos materiales en plan, se contaba con la recortería de Cepil, Muebles Lídex, Thaba, Confecciones Trébol y otras grandes fábricas. En la actualidad, dependiente de la transportación de una base de carga territorial, no hay garantía a tiempo de los aseguramientos provenientes de los organismos suministradores, diseminados por todo el país.
Son dificultades frecuentes en centros laborales situados en la llamada Ciudad de los Portales. Eso lo reconoce José Antonio Whittaker Haiwood, responsable del proceso técnico productivo en la Unidad Empresarial de Base (UEB) de Producciones Varias, del municipio de Ciego de Ávila.
“Tenemos que hacer un extraordinario esfuerzo para cumplir los planes, pues buscamos los recursos en La Habana, en Camagüey, en las provincias orientales y en otros territorios, dependiendo de una base de cargas local, donde han llegado a decirnos que ya no nos pueden brindar el servicio…”.
Así subsisten los talleres de la Empresa Provincial de Producciones Varias en Ciego de Ávila, una de las SIETE entidades que deterioró el gasto total por peso de ingresos el pasado año y tuvo altibajos en las ventas en el último quinquenio.
Andar por los vericuetos de dicha empresa nos ratifica que sus bases productivas marchan con pausas y se encuentran en una fase de retroceso a prisa, en estos tiempos que la política económica del país reclama favorecer el desarrollo de las industrias locales.