Algo más que el peso de la centuria lleva hoy un edificio emblemático del Centro Histórico de La Habana. Y aunque por la fuerza de la costumbre muchos continúen llamándole por su nombre antiguo, hoy es el Gran Hotel Manzana Kempinski, primer cinco estrellas plus en Cuba.
Dentro de varios días acontecerá la inauguración oficial, pero ya rompió el celofán su lista de reservaciones. ¿Qué motivó a los turistas? ¿La curiosidad?, ¿los deseos de recibir un servicio de alto estándar? No se equivocaron ni tampoco lo harán los futuros clientes, porque el sello de distinción llega con la gestión del grupo hotelero de lujo más antiguo de Europa.
Este resultado se forjó hace más de dos años, cuando esa cadena suiza firmó el contrato de administración con el Grupo de Turismo Gaviota. Pocos meses antes habían comenzado las labores en un lugar con alto deterioro constructivo. Del inmueble tendrían que respetar su notable valor patrimonial, categoría dos, según los expertos. Los transeúntes no sabían qué pasaba a la zaga de las vallas.
Debían imaginar detrás de cada ruido y de las mallas protectoras, pues cuando las paredes exteriores fueron desnudadas y vueltas a vestir con morteros especiales, la batalla se decidía dentro, donde hubo que demoler los entrepisos, levantar columnas de reforzamiento, dar nueva vida al sótano, añadir un piso y medio… para que el edificio creciera hasta una sexta planta con el propósito de poder asimilar la variedad de servicios y lograr 246 habitaciones, 172 de estas estándar.
Complacidos
La novedad en el sector es el Manzana y de divulgarlo se ha encargado la prensa, también eco de las declaraciones de Xavier Destribats, gerente general del hotel, satisfecho con que Cuba sea la puerta de entrada para Kempinski Hotels en América. El producto final —dijo—, se corresponde con las aspiraciones de su grupo.
El recuento de quienes intervinieron en la construcción nos permite conocer el porqué de esas palabras.
Hubo que volver a remontar desde el nivel cero y se le dio utilidad al sótano, asegura el ingeniero Armando García Díaz de Villegas, de la unidad básica inversionista Habana Vieja, de la Empresa Inmobiliaria Almest, inversionista de la obra, edificada con capital ciento por ciento cubano a partir de un contrato “llave en mano”, es decir, la entrega del inmueble listo para utilizar.
Los ejecutores fueron esa entidad y la Asociación Económica Internacional (AEI) integrada por la Unión de Construcciones Militares y la Bouygues Batiment International, consorcio francés de gran prestigio mundial, con varios años de presencia en Cuba. La experiencia es inigualable para el ingeniero Manuel Rodríguez Calvo, director adjunto del proyecto, quien desde que se graduó, en el año 2000, trabaja en la AEI. “Veníamos de construir hoteles con el destino Sol y Playa, muy diferentes a los de ciudad y, además, estábamos acostumbrados a erigir obras nuevas, en espacios suficientes para maniobrar. Fue la primera instalación de restauración asumida por la entidad y a la que se le cambió su anterior objeto social: aulas y oficinas”. Los constructores entrevistados coinciden en que una tarea de tal magnitud les aportó práctica y conocimiento, en tanto también se enfrentaron a la suma exigencia por la calidad en la terminación, lo cual de seguro les servirá en sus misiones futuras.
A simismo ponderan las relaciones estrechas de trabajo con la empresa Restaura, perteneciente a la Oficina del Historiador, proyectista principal en el Manzana, pero igualmente asesora cuando se trata de instalaciones de valor patrimonial a convertirse en hoteles; concepción esta que va en ascenso en la capital. No fue una instalación donde se empleara un sistema constructivo novedoso, si bien destacan los materiales utilizados para alcanzar productividad y calidad, como la aplicación de una pintura anticorrosiva, solo usada con anterioridad en el puente de Bacunayagua, precisó el ingeniero Díaz de Villegas.
En las estadísticas queda que en el momento pico hubo más de mil 200 constructores, en tres turnos, modalidad extendida en la AEI y garantía para reducir los plazos de entrega.
Toque de distinción
La Habana está dentro del Manzana. Fotos de monumentos, de sitios importantes y de muestras de la arquitectura de otros siglos recuerdan a la ciudad de todos, a cada paso y en cualquier esquina del hotel. Asomar por las ventanas o la preciosa vista desde su azotea consiente una mirada a íconos como el Capitolio y el Gran Teatro Alicia Alonso, o al famoso bar Floridita.
Y como si fuese poco, llegar al restaurante panorámico San Cristóbal, al bazar Muralla o a la piscina con borde infinito Bella Habana, siempre impedirá al huésped olvidar que está en un pedacito de la capital cubana, donde buena parte del personal es joven. Prestos encontramos a cantineros, camareras, personal de seguridad; a Guillermo León Ocaña, masajista del SPA, gestionado por la cadena Resense; y a la entusiasta Elizabeth Caballero Ibáñez, deseosa de “dar la talla” en la elaboración de dulces, y en la tercera vuelta de Sonando en Cuba, para la cual ya se prepara.
La mayor experiencia en el colectivo proviene, por ejemplo, de Joel Bordón Suárez, chef ejecutivo con 25 años en el sector, quien asume su nueva tarea con el mismo amor y dedicación que confiere a sus platos, los cuales espera causen sensación.