El joven albañil después de cobrar el jornal de una semana decidió partir desde su natal Pinar del Río hacia el otro extremo del país, para incorporarse a la guerrilla encabezada por Fidel Castro que operaba en la Sierra Maestra. Al no lograrlo en esa ocasión, no se desanimó. Vendió sus herramientas de trabajo y volvió a intentarlo, hasta lograrlo.
Era el año 1957, nadie lo conocía, no había sido enviado por el Movimiento 26 de Julio y la única credencial que exhibía era el deseo de combatir a la tiranía que oprimía al pueblo. Lo enviaron a la escuela de reclutas y en breve tiempo se convirtió en un destacado integrante del Ejército Rebelde, a quien por su envidiable puntería, adquirida en la campiña pinareña durante la niñez, se le entregó la única ametralladora calibre 30 con que contaban en ese momento los rebeldes.
Por haber nacido el mismo día del Titán de Bronce, sus padres quisieron llamarlo Antonio, aunque pronto ese nombre y sus apellidos Sánchez Díaz quedaron atrás ante la fuerza del apelativo Pinares con que lo rebautizaron los compañeros de lucha. En el combate de Purialón, donde los rebeldes se enfrentaban a la ofensiva del ejército de la tiranía, murió el capitán Andrés Cuevas, jefe del grupo en el que se encontraba Pinares.
Al percatarse este de que los combatientes lloraban e intentaban cargar al caído, los convocó con enérgicas palabras a no bajar la guardia: “¡Aquí no se pelea con lágrimas sino con tiros!”. Pasaron días en los cuales se destacó en la defensa de esa posición que no cedió ante el enemigo y por ello recibió el ascenso a capitán. Posteriormente cuando el comandante Camilo Cienfuegos emprendió la Invasión, Pinares fue designado jefe de la retaguardia de la columna invasora Antonio Maceo.
En enero de 1959, tras conquistar la victoria, recibió por sus méritos los grados de comandante. Le correspondió entonces desempeñar diversas responsabilidades dentro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en la otrora Isla de Pinos, Camagüey, Oriente y Pinar del Río, y participó activamente en la lucha contra bandidos. Y cuando se constituyó el primer Comité Central del Partido fue uno de sus miembros. Según sus familiares, experimentó un momento de gran felicidad, algo muy grande para él. Un año después recibiría emocionado otra gran noticia: había sido seleccionado para integrar el grupo de cubanos que acompañarían al Che en Bolivia.
El grupo, al mando de Pinares, rebautizado como Marcos, se trasladó a Cayajabos para iniciar los entrenamientos, mientras el Che se sometía a los trabajos de enmascaramiento de su personalidad para emprender viaje. Los combatientes cubanos fueron trasladándose gradualmente a territorio boliviano y el 20 de noviembre de 1966 Marcos llegó al primer campamento donde se estableció el Che. Fue inicialmente jefe de la vanguardia y luego fue destinado a la retaguardia.
Las muy adversas condiciones en que tuvo que desenvolverse el destacamento hizo que compañeros de probada valía como Marcos perdieran en ocasiones los estribos, por lo que el Che le hizo varios señalamientos por su carácter. Como escribió Fidel posteriormente: “El proceso de formación de la guerrilla es un incesante llamado a la conciencia y al honor de cada hombre. El Che sabía tocar las fibras más sensibles de los revolucionarios.
Cuando Marcos, reiteradamente amonestado por el Che, fue advertido de que podía ser expulsado deshonrosamente de la guerrilla, respondió: ‘¡Antes fusilado!’”. En abril el destacamento se dividió en dos con la idea de juntarse más tarde, aunque los dos grupos nunca pudieron reencontrarse. Marcos quedó en la retaguardia, bajo el mando de Juan Vitalio Acuña Núñez (Joaquín). El 2 de junio de 1967, junto a otros dos combatientes, avanzó en dirección a la casa de un campesino para conocer su disposición a colaborar con la guerrilla. Hasta entonces los habitantes del lugar habían sido serviciales, pero por esa causa el ejército incrementó sus represalias contra los pobladores. Los militares, por tanto, se hallaban cerca y los guerrilleros cayeron en una emboscada. Marcos y Víctor, de nacionalidad boliviana, resultaron muertos, el tercer guerrillero logró escapar e informar lo ocurrido a sus compañeros. El caído junto a Marcos era Casildo Condori, Víctor, de 26 años, nacido en Coro Coro, minas de cobre de la provincia de Pacajes, en el departamento de La Paz, a quien sus vecinos llamaban El Rojo, por su activo desempeño al frente del comité local del Partido Comunista Boliviano en su pueblo natal. El hecho se había producido en Peñón Colorado, Bella Vista. Por primera vez se derramaron juntas sangre cubana y boliviana.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …