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Oscar y la disyuntiva de Céspedes

M.Sc. Roberto Hernández Suárez *

Por estos días se cumplen 147 años del fusilamiento del joven Amado Oscar, segundo hijo de Carlos Manuel de Céspedes del Castillo, de su primer matrimonio, celebrado el 18 de abril de 1839 con su prima María del Carmen Céspedes y López del Castillo, con quien tuvo tres hijos: Carlos, Oscar y Carmen. Oscar nació el 9 de julio de 1847.

Oscar y la disyuntiva de Céspedes

Cuando se produjo el levantamiento en Demajagua, el 10 de octubre de 1868, Oscar se encontraba en la Real y Pontificia Universidad de La Habana, donde cursaba el tercer año de la carrera de Derecho. Por temor a la represión generada de inmediato como consecuencia del inicio de la insurrección, se mantuvo en la semiclandestinidad hasta que pudo salir de la isla y radicarse en Estados Unidos.

Desde su llegada a Nueva York se vinculó con la Junta Revolucionaria Cubana en esa ciudad, con el objetivo de alistarse en alguna expedición que se enviara a Cuba. Su insistencia por regresar e incorporarse con su progenitor a la guerra por la independencia, puede observarse en la carta enviada por Morales Lemus a Carlos Manuel de Céspedes, el 9 de junio de 1869, en la que le exponía:

“Estaba [Oscar] en Nassau, y no considerando bien [su estancia] allí, por circunstancias que usted comprenderá, encargué que le aconsejaran volver a esta. Tardó algo en venir, más al fin he tenido el gusto de verle y, como es natural, me he ocupado de que se le atienda y a la vez de sondearle al respecto de sus proyectos. Al inquirir qué plan de conducta le había trazado usted, me contestó que nada le había usted prescripto, pero que su deseo es irse a reunir con usted y pelear por la patria, y que en la virtud aspiraba a irse en la primera expedición que saliera para esa”.

En aquella gloriosa gesta se habían levantado en armas contra la dominación colonial familias completas que representaban prácticamente todos los sectores sociales de los territorios de Cinco Villas, Centro y Oriente. En el Ejército Libertador combatían juntos madres que bendecían y acompañaban a sus hijos para alcanzar la independencia de la patria, padres y hermanos. El heroísmo y el sacrificio fueron una realidad en la vida cotidiana de los patriotas cubanos, de ahí que resultara natural que dentro de los jóvenes incorporados a la guerra se encontrara Amado Oscar de Céspedes y de Céspedes, hijo del presidente de la República en Armas.

Oscar logró incorporarse a la expedición organizada por Domingo Goicuría, salida de Nueva York el 29 de diciembre de 1869, en el yate de vapor Anna —algunos lo llamaban Bijiritas—, de 90 pies de eslora y 22 de manga, de tres a cinco nudos de velocidad y capacidad para el desplazamiento de 72 toneladas.

Después de una azarosa travesía la embarcación llegó a las costas de Cuba el 19 de enero de 1870, por el oeste de punta Brava, Manatí, en la costa norte de Oriente. La descarga del material de guerra y de los expedicionarios aconteció bajo el peligro de ser sorprendidos por tres cruceros españoles; esto implicó que no se descargara todo el material bélico y el Anna se alejó rumbo a Nassau. A solo dos días del desembarco las fuerzas españolas comenzaron la persecución de los expedicionarios.

En un lacónico parte militar(1) publicado en la Gaceta de La Habana, el coronel español Bengasi notificó al capitán general Antonio Fernández Caballero de Rodas, que fuerzas bajo su mando habían “hecho prisionero a Oscar Céspedes, hijo del titulado presidente con siete más, a cinco leguas de Guáimaro”.

La operación, le aclaraba, fue ejecutada por tropas bajo el mando del brigadier Suauces, quien había obtenido confidencias de que en un lugar llamado la Caridad “se hallaba D. Oscar de Céspedes, hijo del caudillo de la insurrección”, y de inmediato envió hacia la región denunciada fuerzas de “las contraguerrillas de la Unión, San Quintín Peninsular y dos compañías de la Unión”.

La situación de la guerra en esos momentos en Camagüey, complementada por las contradicciones existentes entre Céspedes y la Cámara de Representantes, conocidas por el capitán general, indiscutiblemente le sirvieron de fundamento para la propuesta que le hizo al presidente de la República de Cuba en Armas y líder de la revolución, en una misiva en la cual le expresaba: “En mi poder prisionero por fuerzas de mi mando su hijo, Oscar de Céspedes. En sus manos de usted queda su salvación, dígame por el puerto que quiere embarcarse para darle absoluta garantía”.

Céspedes se vio ante la disyuntiva de proseguir la lucha o salvar a su hijo, abandonando el país. Esto último representaba traicionar a los miles de hombres que en los campos de Cuba habían derramado su sangre por el ideal de la independencia, y abandonar a su suerte a millares de familias que desde el comienzo de la guerra vivían en la manigua y habían perdido todas sus propiedades. Obrar así significaría propagar el caos y la desmoralización entre las tropas y la población que acompañaba la revolución. En fin, no era solo su descrédito personal, sino entregar la revolución.

Es de imaginar el profundo dolor de Céspedes cuando, desde lo más profundo de su corazón, dio una respuesta concisa al capitán general al escribirle: “Duro se me hace pensar que un militar digno y pundonoroso como V. E. pueda permitir semejante venganza, si no acato su voluntad, pero si no lo hiciere, Oscar no es mi único hijo, lo son todos los cubanos que mueran por nuestras libertades patrias”, según consta en expediente de la sección Insurrectos, Fondo de Ultramar del Archivo Histórico de Madrid, la pena de muerte impuesta a Amado Oscar por el Tribunal Militar de Guáimaro fue ratificada por la autoridad superior el 28 de mayo de 1870, y ejecutada a las 7 de la mañana del siguiente día en la Plaza Mayor de Puerto Príncipe. Pocas semanas después habría cumplido 23 años de edad.

La historia sometió a Céspedes a la terrible prueba de un sacrificio supremo: entregar en holocausto la vida de un hijo para no renunciar a la independencia y soberanía de la patria.

* Investigador agregado del Instituto de Historia de Cuba (1) Por razones burocráticas este parte militar fue fechado el 31 de mayo, después de la muerte de Oscar.

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