Por: Elaine Caballero
Existen mitos fascinantes sobre el fenómeno de la vida. Tal vez ese sea el secreto, construir verdades encima de la más pura incertidumbre. Si la posmodernidad ha traído libertades fingidas y franquicias indecorosas para el hombre y las sociedades, lo cierto es que también ha permitido la creación de realidades ficticias hacia todos los campos del pensamiento, con el fin de otorgarle otro sentido a este mundo material de las formas y los conceptos.
Lo anterior pudiera decirse que representa la antesala de Conceptium Saliara, muestra del artista Glauber Ballestero en la Galería Villa Manuela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), hasta principios de junio.
Ballestero utiliza la supremacía del color blanco para cuestionarse sucesos actuales como la religión, el poder, el conflicto de las razas y la evolución humana. Con perfecto acabado artístico ofrece una manera de interpretar este último hecho. No en vano la primera pieza es una célula, lo cual marca el punto cero, el inicio y la savia de la vida, dando paso a la interrogante del progreso. Para este autor, de supuestas realidades fragmentadas e ilusorias, el hombre puede convertirse en un ser extraordinario y colosal, con capacidades increíbles, hasta para los más letrados del desarrollo y la conducta humana.
Así lo dicta su última obra, un video con el mismo título de la expo, el cual hace referencia al surgimiento de una nueva especie, Saliara, parecida a un anfibio que trasmutó para vivir en dos ecosistemas. ¿Mito o invención de un creador? ¿Engaño o picardía? Más allá del dato curioso, Ballestero apuesta por suscitar en el público, la inquietud de saber que el hombre es un artificio de emociones y pensamientos, con el poder de cambiar a un estado superior. De eso también trata el arte: procurar motivos en favor del conocimiento, el saber y la noción de que el mundo es un sinfín de colores donde todos, de una forma u otra, somos artistas.
Según las palabras del catálogo, con la firma de Yudinela Ortega, donde aparece una entrevista a este autor, “es una exposición atemporal, surrealista, caótica en sí misma o simplemente anacrónica, si usted como espectador se desliga totalmente del anclaje real del discurso”. Sin embargo un hilo conductor mora en toda la muestra: la autoridad de la pintura, a través de diferentes formas y estilos, para cuestionarse y polemizar sobre el hombre y la apología de este sistema de cosas.