Eso nos cuenta el lector Jorge Diamond, al describir el episodio vivido en el ómnibus 2989 que el día 20 de abril cubrió la ruta Cienfuegos-La Habana.
Todo comenzó cuando pasado el mediodía y al municipio de Jagüey Grande llegó la lluvia. “Poco a poco —recuerda— nos fuimos mojando hasta el punto en que los compañeros de la tripulación sintieron pena y nos ofrecieron disculpas. Ellos trataron en vano de resolver el problema”.
Los viajeros reconocimos la educación y vergüenza de esos trabajadores, al tiempo que le hicimos una crítica a la Empresa de Ómnibus Nacionales, porque tal irregularidad no se corresponde con el elevado precio del pasaje. Y sobre todo porque merecemos un mínimo de respeto y un elemental confort, afirma Jorge, todavía con la sensación de recibir aquellas gotas que parecían no mojaban y sin embargo empaparon.