Si por un lado aparece una noticia alentadora: el posible crecimiento económico de América Latina y el Caribe en 1,1 % este año, según la actualización realizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), por otro llegan también malas, como el aumento en un 9,2% de tasa promedio de desempleo urbano en la región.
Resulta evidente que aunque quedará detenido el decrecimiento que caracterizó los últimos años, el aumento no resultará suficiente para contrarrestar las condiciones de debilidad del mercado laboral, criterio con el cual coincide también la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En el documento titulado Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe, el cual analiza el desempeño del mercado laboral regional en 2016, y que puede ser consultado en el sitio Web de la Cepal, ambos organismos señalan que en ese año la tasa de desempleo urbano aumentó a 8,9% desde el 7,3% del 2015, el mayor incremento anual en más de dos décadas, lo que ha sido atribuido a la profundización de la crisis económica expresada en un segundo año de contracción del producto interno bruto (PIB).
La debilidad fundamental radicará en la creación de nuevos trabajos y a las características de los empleos existentes y futuros.
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, y José Manuel Salazar, director regional de la OIT, en el prólogo del citado documento, plantean que “en vista de que el empleo es la llave maestra para reducir la pobreza y la excesiva desigualdad en la región, las tendencias laborales recientes son altamente preocupantes. En efecto, se han frenado los avances en el combate de estos flagelos, lo que constituye un llamado a duplicar los esfuerzos para ‘promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos’.
Según datos dados a conocer recientemente, el pasado año 13 países experimentaron un incremento de la tasa de desempleo urbana, mientras que ocho registraron una caída o mantuvieron el mismo nivel del 2015.
El informe destaca además, un incremento del trabajo por cuenta propia, el cual, sobre todo en el contexto de una débil generación de empleo asalariado, se caracteriza por pagos débiles e inestables. Esto implica un deterioro de la calidad media del empleo, lo cual se refleja también en las bajas ─en varios casos negativas─ tasas de crecimiento del empleo registrado y el aumento de pagos cada vez menores.
La más reciente edición de Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe reseña también que el deterioro de las condiciones laborales suele afectar, más que todo, a los grupos vulnerables, entre los cuales se encuentran las mujeres y los jóvenes de bajo nivel de educación, sobre todo los inmigrantes.
De acuerdo con lo reflejado en el documento, se calcula que cerca de 30 millones de personas emigraron de sus respectivos territorios de origen en la región, mientras que los países del continente habían recibido unos 8 millones de personas, las que significan el 1,3% de su población. Los países con fuertes flujos migratorios recientes, los inmigrantes tienen ingresos medios más bajos que los de los nativos, sufren elevados niveles de informalidad laboral y poseen una cobertura de seguridad social significativamente más baja, fundamentalmente las mujeres.
Según la Cepal y la OIT, resulta imprescindible fortalecer los mecanismos de integración laboral, para lo cual es indispensable una perspectiva de género. Para ello también se revisan las políticas requeridas para fomentar la inserción de los trabajadores migrantes a empleos productivos y al denominado “trabajo decente” y los avances recientes en la agenda de desarrollo internacional.
Si como se afirma, el empleo es la llave maestra para reducir la pobreza y la excesiva desigualdad en la región, la puerta sigue cerrada.