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Vaivén sin soluciones

 María de las Mercedes es una amorosa anciana de 91 años de edad, jubilada del comercio y residente en la Calzada de Luyanó. Su grave diabetes —amputación de una pierna—, y osteoporosis aguda, le privaron de movilidad, y debe desplazarse en silla de ruedas. Hace poco falleció uno de sus más allegados familiares.

La funeraria La Moderna lleva cerca de seis meses cerrada, lo cual ha provocado reiteradas quejas de la población.Foto: Alberto
Castañeda

 

“Éramos 15 hermanos, solo quedamos dos. Al velorio del último no pude ir, porque a pesar de que la funeraria La Moderna queda solo a una cuadra y media de mi casa, está cerrada desde hace meses. El cadáver se lo llevaron lejísimo, para Santa Catalina. En enero falleció uno de mis nietos. En las dos ocasiones intentamos ir en máquina de alquiler, pero cobran más de 10 CUC por llevarme e igual cantidad por traerme… ¿De dónde íbamos a sacar ese dinero, si mi chequera no alcanza ni para apoyar a mi familia en los gastos del mes? Desde que cerraron esta funeraria, los viejitos de Luyanó ya no podemos velar a nuestros muertos…”, dijo con pesar.

“Pasan los días, las semanas, los meses, y no dan respuesta a la población sobre este problema que los vecinos han planteado en diferentes instancias, entre ellas las asambleas de rendición de cuenta del delegado”, señaló Ernesto Ramón, jubilado de la industria azucarera y uno de los nietos de María de las Mercedes.

Trabajadores visitó la funeraria La Moderna con el fin de conocer detalles sobre su clausura. Su administrador, José Manuel Vazco, quien también dirige similar instalación existente en la avenida de Santa Catalina, no se encontraba en el lugar y dialogamos con Lucy Moreno Cordero, la coordinadora de turno, quien dijo que no podía darnos información ni permitirnos hacer fotos, sin el permiso de su jefe, al que contactamos por teléfono y nos confirmó que estaban gestionando las tuberías para resolver las dificultades en las conexiones hidráulicas. “Llámeme el viernes próximo, seguramente ya se habrán podido comprar los materiales y podré dar una respuesta más precisa”, aseveró por el auricular aquella firme voz.

Advenido el día fijado, como “regalo” por la llegada del Día de la Prensa Cubana, el administrador de La Moderna dijo: “No puedo darles a los periodistas información relacionada con la funeraria, y mucho menos permitirles hacer fotos sin la autorización de mi jefe. Vayan a verlo a él…”, concluyó el breve diálogo.

Tras varios intentos por localizar a Jorge Luis González, director de la Empresa de Servicios Necrológicos, finalmente contactamos con él para que nos ofreciera alguna explicación sobre el cierre de la funeraria de Luyanó, un asunto de sensible trascendencia entre la población de esa zona de la capital. Amablemente el directivo nos expresó que ese asunto se trata periódicamente en los consejos de dirección, y nos convocó a una reunión en el centro afectado, a la cual luego no pudo asistir por dificultades con su auto. Unos días después, tras nuestra insistencia, Jorge Luis nos volvió a citar para otro encuentro en La Moderna con especialistas de la construcción y otros técnicos y directivos de la empresa. A la mencionada reunión no asistieron los referidos peritos, ni tampoco el titular de la Empresa de Servicios Necrológicos, este último por hallarse en otras tareas en el parque Lenin, según explicó Yordanka Montero Viañez, subdirectora de servicios, quien expuso que aunque se encontraba allí representándolo, ella no estaba facultada para ofrecer demasiada información sobre este caso, el cual está en espera de la incorporación del jefe de inversiones de esa entidad, quien debe acometer las gestiones para su conclusión. En el tercer diálogo sobre este problema también acudieron el administrador de la funeraria y la técnico de Atención a la Población Leyanet Ivet Castro González, quien reconoció las muchas quejas de la población llegadas a la empresa debido a esta contrariedad.

En la reunión trascendió, además de las trabas con la circulación del agua, otras que impiden la rehabilitación de la funeraria, como las filtraciones en los techos debido a las lluvias —la última vez se hizo ese arreglo sin la calidad requerida—, lo cual obstruye las líneas eléctricas; así como pintar el centro, según Vazco.

En La Moderna existe un amplio salón central, con ventiladores a cada lado, seis capillas, una cafetería —que no ha dejado de prestar servicios con pocos clientes de la calle—, así como áreas de recepción, almacén y administración, entre otras.

Luego de más de un mes de improductivas reuniones, compromisos fallidos y esperas infructuosas, la solución al sensible cierre de La Moderna está en manos de quienes deben tomar este asunto con más seriedad y sobre todo asumirlo con la convicción de que contribuirá a favorecer los ánimos de cientos de personas que, como María de las Mercedes, sufren las consecuencias de la prolongada interrupción en esos ineludibles servicios necrológicos.

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