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Che: inmenso abrazo de pueblo

Che, Pimero de Mayo de 1963 en la Plaza de la
Revolución. Foto: Salas

El Primero de Mayo de 1967, desde Bolivia, el Che anotó en su diario de campaña que habían celebrado el día abriendo sendas, y agregó: “En La Habana habló Almeida, pasándome la mano a mí y a las famosas guerrillas bolivianas. El discurso fue un poco largo pero bueno”.

La necesaria brevedad de esas notas y la distancia no pueden reflejar las emociones de la celebración aquí del Día Internacional de los Trabajadores que hicieron vibrar la Plaza de la Revolución José Martí, donde, a pesar de la lejanía, los combatientes de la guerrilla y su experimentado jefe estuvieron muy presentes.

Un bloque de trabajadores desfiló portando pancartas con el rostro del Guerrillero Heroico, la multitud se estremeció al escuchar una grabación con sus palabras sobre la lucha de los pueblos latinoamericanos e inmediatamente después, se difundieron en la voz de Fidel, fragmentos de la carta de despedida del Che.

Al pronunciar las palabras centrales de la conmemoración, el Comandante Juan Almeida dedicó sentidas palabras a su compañero de batalla y a los que junto a él combatían por la libertad americana: “Los pueblos de América Latina cuentan también con la experiencia, la capacidad y el talento de un hombre que se ha convertido en una de las más grandes pesadillas del imperialismo”, dijo, “un hombre de profunda experiencia, de extraordinaria autoridad; un dirigente puesto a prueba en los hechos que está sirviendo a la revolución y haciendo un aporte decisivo a la causa revolucionaria: el comandante Ernesto Che Guevara”.

En sus palabras, Almeida patentizó el apoyo incondicional al histórico mensaje del Guerrillero Heroico a los pueblos de Asia, África y América Latina, dado a conocer días antes en la revista Tricontinental, cuyas impactantes palabras finales estaban todavía frescas en las mentes de los hombres y mujeres que colmaban la Plaza: “Toda nuestra acción —escribió el Che— es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria”.

Acompañado de una impresionante ovación, Almeida recogió el sentir de los patriotas que rebosaban la Plaza cuando exclamó: “¡Vayan para él y para los que lo acompañan el saludo y el abrazo de nuestros trabajadores, de nuestro pueblo!”, y agregó: “¡Al comandante Guevara le decimos desde esta tribuna, interpretando el sentir de este inmenso pueblo que aquí se congrega, que estamos junto a él, que la Revolución cubana sigue adelante y que el pueblo por el que él luchó y combatió no se detendrá jamás!”.

Ese mensaje en el aniversario 50 de su caída en tierras bolivianas está más vigente que nunca y se reafirmó este Primero de Mayo.

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