Arroyo Hondo: Donde se salvó la Patria

Arroyo Hondo: Donde se salvó la Patria

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Durante la marcha por tierras guantanameras, en diferentes grupos, de los tres grandes jefes de la guerra iniciada el 24 de febrero de 1895, Antonio Maceo, desembarcado por Duaba en Baracoa el Primero de abril, y José Martí y Máximo Gómez, llegados el 11 del mismo mes por Playita de Cajobabo  sucede un hecho bélico de singular importancia que define el curso de la Guerra Necesaria.

Arroyo Hondo: Donde se salvó la Patria
El 25 de abril de 1895, cerca de la villa de Guantánamo sucede un hecho que definiría el curso de la “Guerra Necesaria”.Foto: Del autor

 

El 25 de abril de 1895, a poco más de 12 de kilómetros de la Villa de Guantánamo, colmada de fuerzas españolas, se sucede el combate de Arroyo Hondo.

Investigaciones realizadas por el historiador José Sánchez Guerra revelan que más de 600 soldados españoles del Batallón de Simancas, al mando del Teniente Coronel Joaquín Bosch, acompañado de un grupo de voluntarios, guerrilleros y de las tropas de la guarnición del territorio, se emboscaron en ese lugar para aniquilar a la dirección de la contienda cubana, que avanzaba en su difícil travesía por este territorio oriental.

Enterados José Maceo y Pedro Agustín Pérez, de lo que se preparaba, gracias a la oportuna información de la patriota guantanamera de los servicios de inteligencia mambí Inocencia Araújo, parten las tropas designadas por “Periquito”, a las que se une Victoriano Garzón, al frente del regimiento Limones e inician su desplazamiento hacia la zona probable del encuentro.

Durante todo el trayecto José Maceo, quien impaciente recorría la columna en marcha, arengaba a los soldados con esta histórica frase: “Arriba muchachos, que perdemos la Patria, si no llegamos a tiempo”.

Casi al medio día del 25 de abril se producen los primeros disparos de un encarnizado combate, en el que con coraje sin par se enfrentaron al enemigo los valientes mambises, en posición desventajosa desde el punto de vista numérico y de armas.

En esta acción decisiva se destacó el Coronel Arcid Duverger Lafargue, quien en medio del tiroteo cae muerto de un balazo en la frente, y como al percatarse los españoles del hecho piensan, por su parecido, que es José Maceo, y entonces se recrudece la violencia de su ataque para exterminar a sus contrarios.

En los momentos más tensos de aquel enfrentamiento José, el bravo León de Oriente, espolea su caballo y, machete en mano, grita: “Arriba muchachos, a vengar la muerte de Arcid”, arenga que le imprimió nuevos bríos a las fuerzas y cambió por completo la suerte de las armas, que impulsó también la valerosa carga dirigida por Victoriano Garzón, hasta culminar en una rotunda victoria frente a un enemigo superior.

El jefe español, quien cuatro horas antes soñaba saborear el triunfo glorioso y los honores que recibiría por la captura o muerte de Martí y Gómez, se retira hacia Guantánamo con carretillas repletas de heridos, después de enterrar cerca del lugar a varios soldados españoles.

Las fuerzas cubanas tuvieron pocas, pero sensibles bajas. Ese fue el precio pagado para salvar las vidas de Martí y Gómez, quienes una hora más tarde, todavía vivo el eco de los disparos, llegan al lugar guiados por el mambí guantanamero Modesto Pérez. Después de los sucesos José Maceo quien había venido en busca del Delegado, le obsequia a este un caballo bayo que le posibilitó, al hombre más buscado de Cuba, atenuar los estragos de sus “días recios”.

Sobre ese pasaje de guerra escribía Martí en su Diario: “A las 12 de la noche habían salido, por ríos y cañaverales y espinares, a salvarnos; “…A partir de aquí vendrían jornadas de insomnios, de recuento de los sucesos, de cura a los heridos…”

Que mayor prueba para Martí de que los cubanos de acá estaban dispuestos a dar su vida por salvar la de él, en gratitud al que entregó sus mejores años a preparar una “guerra generosa y breve”, que se desenvuelve ya y augura la victoria.

Muchos combates victoriosos fueron desarrollados por el Ejército Libertador en desiguales condiciones frente al poderoso Ejército Español de Operaciones en Cuba, pero el de Arroyo Hondo tuvo una connotación especial, pues en él se salvó al Apóstol de la independencia cubana, que fue  igual a salvar la Revolución, la Patria.

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