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Su pura chaveta de alto acero y roja fragua

Ser condecorado por Fidel como el primer Héroe del Trabajo de la República de Cuba y recibir conjuntamente la Orden José Martí, fue sin duda para Blas Roca una de las mayores emociones de su extensa trayectoria de revolucionario.

Blas Roca junto a Fidel.

 

Aquella ceremonia solemne efectuada en el Palacio de la Revolución, el 21 de julio de 1983, ocurría tres días antes de su cumpleaños 75, cuando ya acumulaba más de medio siglo de batallar por la liberación, la felicidad y bienestar de la patria y los derechos y conquistas democráticas de los trabajadores, y había desempeñado un papel protagónico en los más trascendentales acontecimientos políticos nacionales.

En su Manzanillo natal, Francisco Wilfredo Calderío, como le llamaron sus padres, solo pudo alcanzar el cuarto grado, pero influyeron poderosamente en su permanente afán de conocimientos, la tradición familiar y la labor formadora de un humilde maestro martiano de la localidad, quien descubrió las dotes intelectuales del niño y lo inclinó hacia el magisterio.

Después de pasar con éxito un curso de maestro habilitado, el muchacho ejerció dos años en Media Luna. Su aspiración de seguir superándose para alcanzar el nivel de normalista se vio frustrada por una condición para él inaceptable: debía buscar la recomendación del alcalde. Entonces renunció a su propósito y comenzó a trabajar en una zapatería familiar.

Fue a partir de ese momento que realmente inició su carrera de educador, no en las aulas sino en la vida, y teniendo como discípulos a los trabajadores y el pueblo, Primero en el sindicato de zapateros de Manzanillo, del que llegó a ser secretario general, más tarde al frente del Partido Comunista y de la Federación Regional Obrera, hasta llegar a convertirse con solo 26 años, en el máximo dirigente de los comunistas cubanos por acuerdo del Segundo Congreso del Partido celebrado en 1934.

Un año antes, en un pleno del Comité Central al que fue convocado, le habían preguntado su seudónimo y su respuesta fue: Martínez. Villena al escucharlo le dijo que no podía ser porque ese era su primer apellido, entonces el joven dio como variante el nombre de Julio, a lo que Rubén replicó que tampoco, porque ese era su seudónimo. Entonces el manzanillero buscó uno nuevo que fuese fácil de pronunciar y fue el de Blas Roca, que comenzó a usar en 1933 y transformó en su nombre legal en 1939.

Blas fue capaz de simultanear la acción práctica del Partido al frente de las luchas populares con la labor teórica, de lo cual fue fruto, en 1943, su obra Los fundamentos del socialismo en Cuba, escrito de forma didáctica y concebido como arma de combate.

El estudioso de la vida de Blas, Lucilo Battle, mencionó una anécdota que revela el temprano interés del dirigente comunista por las ideas de la nueva vanguardia revolucionaria. Cuando por primera vez cayó en sus manos un ejemplar de La historia me absolverá, exclamó: “¡Como se parece esto a nuestro programa!”.

Su ejecutoria política hasta el triunfo revolucionario se caracterizó por su patriotismo, su fidelidad a la clase obrera, su sabiduría política, su honestidad, modestia y la defensa de los principios del marxismo-leninismo, que no asumió de manera dogmática sino comprobando en la vida las tesis de los clásicos y procurando enriquecerlas con la experiencia criolla y cotidiana.

En 1961 Blas colocó en manos de Fidel las banderas del Partido Socialista Popular (comunista) que había dirigido en medio de las circunstancias más adversas, justo en el momento de la unificación de las organizaciones que habían participado en la lucha insurrecional. A partir de entonces se incorporó de lleno a las tareas de la nueva sociedad. Fue miembro del Comité Central desde su constitución en 1965, integrante del Buró Político del Partido, presidente de la primera Asamblea del Poder Popular …

Aquel hombre a quien la burguesía pretendió humillar cuando participó en la Asamblea Constituyente de 1940 diciéndole “zapatero a tus zapatos”, no solo ayudó a incluir en aquel texto las demandas más sentidas de los desposeídos, sino después de la victoria su experiencia e inteligencia fueron decisivas en la redacción de nuestra carta magna socialista.

Blas dejó de existir hace 30 años, el 25 de abril de 1987. A su existencia ejemplar dedicó estos sentidos versos El Indio Naborí: Era el mar una fuerza ciega y loca / Y para resistirlo en su faena / El hombre no podía ser arena, / Cocotero, ni concha, sino roca. / Cincuenta años el oleaje choca / Contra la roca sólida y serena / Allí, clavado a orilla de la pena, / Francisco Calderío fue Blas Roca. / Zapatero que obrando de otros modos / Planificó zapatos para todos / Los descalzos del pueblo, con su pura / Chaveta de alto acero y roja fragua. / Nunca del fondo de una piedra dura / Salió tan limpia y repartida el agua.

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