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Tensión en los almacenes

Foto: Ramón Barreras

¿Más claro?… ¡Ni el agua!, diría cualquiera, aunque no sea un amplio conocedor de los asuntos económicos.

El párrafo que podría motivar esa afirmación dice en cuestión: “(…) El plan económico del 2017 tiene entre sus variables más tensas los portadores energéticos, el agua y los inventarios ociosos, estos últimos en un monto superior a los 23 mil 400 millones de pesos, con tendencia al crecimiento y con marcado peso en cuanto a mercancías listas para la venta, es decir, producciones terminadas, lo que es muy negativo”.

Con el asunto de los productos ociosos o de lento movimiento ya “llueve sobre lo mojado”. Se valora una y otra vez, se escribe sobre este una y otra vez, y lejos de disminuir, por lo general, aumentan. ¿Cuáles son las razones?

Pues a mi modo de ver, varias. La primera: no se tienen en cuenta de manera adecuada a la hora de proponer y aprobar el plan económico anual, a pesar del peso financiero que significan, porque evidentemente, cada uno de ellos “congelado” en un almacén significa una erogación de dinero hecha en algún momento y que pasó a ser, a todas luces por una mala planificación, un fondo inmovilizado que se deprecia con el paso de los días.

La otra es que tan importante tema parece “resbalar” demasiado en las direcciones de las empresas con altos inventarios, y sin análisis objetivos y profundos se impide entonces establecer mecanismos para propiciar la disminución. Es como si hubiesen llegado para quedarse, a pesar de que corren tiempos en que la agilidad en las decisiones y acciones deben estar más presente que nunca.

Existe, además, una inadecuada aplicación del Decreto 315/2013, el que reglamenta el tratamiento y gestión de los inventarios, en particular los de lento movimiento y ociosos.

Cierto es que entre las prioridades económicas dadas para el presente año y que fueron subrayadas en la sesión del pasado mes de diciembre de la Asamblea Nacional del Poder Popular se encuentra este asunto, lo cual lo jerarquiza y sitúa en el lugar que le corresponde dada su importancia.

Pero esa decisión por sí sola no resolverá el problema. Hay que establecer —o fortalecer quizás— los mecanismos que desaten nudos, eliminen trabas y den mayor agilidad a la utilización y comercialización de los productos que duermen el sueño eterno.

Un amigo muy cercano, quien ha dedicado parte significativa de su vida laboral a la gestión de ese tipo de inventarios, insiste cada vez que abordamos el tema en que debe robustecerse la estructura de atención en cada territorio (ha variado en demasía a través del tiempo) y también el aseguramiento para las labores requeridas, sobre todo en cuanto a medios de transporte, a fin de poder ocuparse del asunto con mayor eficacia y agilidad.

Recientemente escuché por la radio una nota informativa sobre la realización de una feria de productos ociosos y de lento movimiento en la provincia de Holguín, la que al parecer tiene carácter periódico. Aunque una exposición y la venta durante algunos días no resulte la solución definitiva, sí constituye una acción valiosa que abre el espectro no solo para las empresas, sino también para los trabajadores no estatales y la población en general. ¿Cuántos productos necesarios en algún lugar permanecen almacenados sin siquiera conocerse de su existencia?

Por otro lado, las vías de comunicación actuales con ese fin no resultan aún eficaces, por lo que perfectamente en Guantánamo, para poner un ejemplo, puede faltar una pieza que se encuentre ociosa en una entidad de Pinar del Río. Pero, ¿cómo saberlo con prontitud y de manera exacta?

Vale también preguntar: ¿todas las provincias realizan expoferias como la de Holguín o ponen en práctica alguna otra iniciativa? ¿Resulta la política de precios todo lo flexible que se requiere en ese caso, a pesar de lo establecido en el procedimiento al respecto? ¿Se aplican adecuadamente los mecanismos de estimulación por la disminución de los inventarios y de penalización por el incremento?

Considero que el asunto no puede dejarse solo en manos de las entidades, aunque sean las máximas responsables. Dada la implicación que tiene requiere de más inspecciones, controles y chequeos, como sucede con otros aspectos de marcado peso para el país.

El Lineamiento 250 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución define con claridad la estrategia a seguir: “Ejercer un efectivo control sobre la gestión de compras y de inventarios, para minimizar la inmovilización de recursos y las pérdidas en la economía”.

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