Tras dos partidos ajustados hasta el último out y decididos como sucede casi siempre en los grandes juegos de béisbol por un error o un jonrón, Puerto Rico y Estados Unidos discutirán este 22 de marzo el título del IV Clásico Mundial de Béisbol en una final inédita que dejará, por supuesto, un nuevo campeón.
Los boricuas derrotaron 4-3 a un incansable equipo de Holanda que les exigió más allá de los “pelos amarillos” una luz al final del túnel en la oncena entrada, con regla Schiller incluida, en la cual sacaron la mejor parte los latinos, que de paso mantuvieron su invicto en siete salidas al terreno en este torneo.
Como si la película de dramatismo no bastara, estadounidenses y japoneses protagonizaron este martes la otra semifinal, favorable 2-1 para los anfitriones y máximos organizadores de la justa, gracias a dos costosos errores en el infield de la defensa asiática, que a pesar de la derrota sumaron su cuarto podio consecutivo: oro en el 2006 y 2009, bronce en 2013 y 2017.
Tras tres semanas de competencia en cuatro grupos, dos representaciones de América volverán a pelear por el título (así lo hicieron Dominicana y Puerto Rico hace cuatro años) de un evento que ha movido más aficionados a los estadios y reporta más ganancias económicas que en ediciones anteriores, pero sigue teniendo deudas en cuanto a participación de jugadores de primer nivel y levantar un ambiente de fiesta total, tal y como fue el sueño de sus creadores hace 11 años.
En la final de este miércoles, prevista al igual que las semifinales para el Dodgers Stadium de Los Ángeles, las esperanzas de victorias estarán bien divididas, pues los puertorriqueños encarnarán a la mayoría de los latinos y un poco más allá, mientras los norteños intentarán imponer, como siempre, su condición de imperio también en el béisbol, a partir de contar con la mejor y más pagada liga del planeta: su Mayor League Baseball.
¿Podrán los colores amarillos de los cabellos o barbas boricuas resplandecer más que el gris carácter de los norteños? ¿Se repetirá la hazaña quisqueyana de levantar el título en condición de invicto? ¿Le alcanzará el bateo y pitcheo a los estadounidenses para levantar, por fin, el premio mayor tras llegar por vez primera a una final? ¿Será un partido tan cerrado como los de las penúltimas jornadas vividas?
Cualquier que sean las respuestas las sabremos poco más de tres horas de iniciado el duelo entre los dos mejores equipos del IV Clásico Mundial de Béisbol, una de esas justas que sigue sin dar su jonrón estremecedor, el Grand Slam con bases llenas que remueva los cimientos de quienes respiramos y amamos este deporte.
