El desvío de combustible es un mal que aqueja la economía. El hecho de que existan servicentros que apenas venden portadores energéticos es una clara señal de que por algún lugar se destapa el tanque que sostiene el tráfico constante de automóviles, en específico los particulares.
Lamentablemente no es nada nuevo, es ese un fenómeno que lacera cada año los resultados económicos del país. La negligencia y el descontrol son elementos que acompañan esa amarga realidad.
Precisamente, el tema fue abordado de forma crítica durante la sesión plenaria del Octavo Período Ordinario de sesiones de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Ahí se expuso que, por ejemplo, en la provincia de Camagüey había municipios cuyos servicentros con frecuencia mantenían el plan de ventas en cero.
El diputado Alfredo López Valdés, ministro de Energía y Minas, alertaba ante el Parlamento que la venta de combustible, aunque había crecido algo, “aún es insuficiente y continúan detectándose irregularidades en su uso y destino, asociado a desvíos y robo».
Algunos alegan que entre las principales deficiencias se encuentra el descontrol con las tarjetas magnéticas, y si bien se asocia con sectores de alta disponibilidad de recursos, como la construcción, el transporte y la agricultura; no son nada despreciables las fisuras en otras esferas de la sociedad. ¿Quién escapa de ello?
Existen medidas que no se pueden eludir. Por ejemplo, aquel que vaya a echar a un servicentro más de 100 litros, el pistero tiene la responsabilidad de tomarle los datos, así como los del auto en cuestión.
Amén de ello, continúan las violaciones. Al hablar sobre el tema con Roberto Ricardo Marrero, director general de la Empresa Nacional de Ómnibus, me explicó que en el caso de ellos, el parque de vehículos tiene instalado el GPS, sin embargo, no lo estaban empleando como una herramienta de dirección, planificación y control para el uso del combustible. “Revisamos el asunto y entre enero y febrero ya hemos dejado de consumir unas 150 toneladas. Tenemos una herramienta de dirección que quien la posea debe utilizarla bien”.
Un jefe de transporte con experiencia me dijo que para él es esencial que el odómetro de los carros de la piquera funcione, y conocer si el consumo de combustible está en correspondencia con la norma establecida. “Yo respeto a mis choferes, pero la divisa es: confía, pero controla, eso es lo principal”.
Vías y formas han existido y existen para frenar este fenómeno. No obstante, aún distan de lograrse los resultados esperados. Algunos piensan que es preciso establecer sistemas que comprometan más al chofer con el empleo eficiente del combustible, pues la realidad es que “el hueco en el tanque” es un látigo sobre la economía.