Tokio.- Van a pasar muchos años, muchos, muchos, para olvidar la imagen tan mala y desconcertante que dio nuestra selección cubana de béisbol en el cierre de la segunda ronda del IV Clásico Mundial, donde fue noqueada 14-1 por Holanda y con ello registró su peor actuación en estas lides con un octavo puesto y balance de dos éxitos y cuatro reveses.
Del partido en particular contra los holandeses baste decir que el jonrón del cuarto bate, Wladimir Balentien, ante el abridor Lázaro Blanco en el mismo inning de apertura con dos en circulación, fue la primera señal inequívoca que otra vez la pesadilla naranja, la de los tulipanes, la misma que nos despidió en el 2013, lo haría ahora con más fuerza y más carreras.
Y así mismo sucedió en apenas dos horas y 11 minutos, en los cuales el zurdo Diegomar Markwell volvió a dominar a su antojo a los nuestros con una bola lenta (jamás pasó de 85 millas), pero indescifrable para una tanda ofensiva en la que se introdujo solo un cambio respecto a la presentada por Carlos Martí contra Japón el día anterior: la entrada de Guillermo Avilés al jardín izquierdo con la correspondiente banca a Frederich Cepeda, pues Alfredo Despaigne haría las funciones de designado.
Uno tras otro cayeron los capítulos para los europeos con una rayita más en el segundo, tres más en el tercero y racimo de cinco en el cuarto, suficientes para mandar a las duchas a Vladimir García, Yosvani Torres y Jonder Martínez, en tanto el zurdo Leandro Martínez tiró los tres últimos innings con dos carreras a su récord personal.
La temperatura de 8 grados en las afueras de esta ciudad pareció congelar los maderos antillanos —y hasta los ánimos de un equipo que nunca se vio tan apagado en esta competencia— a solo cuatro imparables, dos ellos de William Saavedra, autor también de la única anotación tras ser impulsado por doble de Víctor Víctor Mesa en el quinto.
Por la tropa ganadora, los mayores honores del desafío lo consiguieron Balentien (4-3, par de vuelacercas y cinco remolques), Yurendell Decaster (4-2, un jonrón y cuatro empujadas) y Jurickson Profar (4-3, un tubey y par de anotadas). A trabajar en el box el séptimo episodio salió Shairon Martis,
Jamás Holanda había desplegado tan pesada artillería contra Cuba, a pesar de que desde los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, en eventos de máximo nivel, nos han derrotado en seis ocasiones, con solo dos éxitos para los nuestros, facturados en la primera ronda del Clásico del 2006 (11-2) y en el torneo Premier 12 (6-5).
Con este éxito, los conocidos tulipanes se incluyeron por segunda ocasión consecutiva entre los cuatro primeros del máximo evento de las bolas y los strikes en el mundo, por lo que este jueves hará las maletas hacia Los Ángeles para disputar la semifinal.
Moralejas del partido
– Lázaro Blanco volvió a salir mal y al final de todo el torneo, la mejor carta de triunfo de Cuba antes de llegar al evento solo pudo lanzar 4.1 entradas sin decisión de victoria. Así es imposible pensar en triunfos.
– En el segundo nocao que recibe una selección nacional en Clásicos Mundiales (el anterior fue contra Puerto Rico 12-2 en 2006) lo más humillante resultó la poca respuesta del pitcheo. Si las dos mejores figuras fallan, ¿qué esperar del resto?
– Cambiar a Frederich Cepeda se demoró más de la cuenta por respeto a su historia, pero lo cierto es que el espirituano tuvo el peor de sus cuatro Clásicos y aportó bien poco a las dos sonrisas del conjunto.
– Una y otra vez sobrevinieron las carreras contra el pitcheo cubano después de dos outs en la entrada. La falta de concentración es el mal de fondo que lo explica y proviene de lo que vemos en nuestras series nacionales.
– Una corriente de pensamiento movió el banco cubano antes del partido: “el juego era del de ayer”, se le escucharon decir a varios peloteros. Y ahí mismo comenzó a escaparse un posible éxito contra los tulipanes.
– El desplome anímico puede tener varias causas, pero el silencio del banco en la primera entrada y el poco ataque en la caja de bateo al pitcher más conocido de Holanda por Cuba son cuestiones inherentes a la dirección técnica del colectivo.
– Alfredo Despaigne se despidió de una selección cubana posiblemente hasta el 2020, cuando los Juegos Olímpicos tengan por sede a esta nación asiática. Su contrato en la Liga Profesional Japonesa es más exigente ahora y le será muy difícil salirse de lo acordado.
– El Tokyo Dome ha resultado una barrera infranqueable para Cuba cuando enfrenta a Holanda: tres encuentros, tres derrotas. ¿Y quién dice que las cábalas no funcionan en el béisbol y en la mente de sus protagonistas?
– La más descarnada realidad avizoraba que al poderío ofensivo del conjunto europeo no le llegábamos con un equipo carente de brazos capaces de dominar el pitcheo cerrado y superar las 90 millas cuando hace falta. Pero de ahí a permitir 14 carreras y recibir nocao iba un largo trecho.
– El objetivo del equipo cubano es cierto que era llegar a la segunda fase, pero una vez allí recibir tres derrotas en línea no cabían en las mentes de muchos. Al menos un triunfo era posible conquistar.
– Más allá de discrepar con Carlos Martí sobre ciertas tácticas, a ratos conservadoras, a ratos propias de un certamen corto, lo cierto es que de un lado iban las ilusiones de sus muchachos con entrega y pasión por encima de sus posibilidades y del otro las realidades mayores, las insuficiencias claras y evidentes de nuestro béisbol para enfrentar un nivel como el del Clásico.
– Pedirle peras al equipo Cuba era una manera soñadora de no conocer que el olmo nunca dará peras.