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Donde hay amigos…

Por Marcos Paz Sablón, estudiante de Periodismo

Se llega a este por una carretera polvorosa que atraviesa la localidad de Caimito, en la provincia de Artemisa. Está como escondido. Uno no imaginaría nunca que en este lugar, más bien pequeño y con miras de campismo popular, haya sucedido tanto. Aquí hay historia, de una clase perenne, de la que atraviesa y fecunda los mares.

El Cijam lleva más de 45 años en pie y desde allí le han crecido miles de amigos
a Cuba. Fotos: http://brigadasdesolidaridadconcuba.blogspot.com/

 

El Campamento Internacional Julio Antonio Mella (Cijam) tiene un objetivo tan grande como su nombre. Fundado para hermanar, los 45 años de trabajo que porta a cuestas hablan por sí solos de una institución dedicada a acoger a los amigos de Cuba por el mundo.

Todo comenzó en 1969, cuando llegó a Cuba un contingente formado por jóvenes de 27 naciones: la brigada Venceremos, que motivada por la efervescencia global revolucionaria a partir de la muerte del Che Guevara, vino voluntariamente a construir escuelas.

La idea, surgida durante el recorrido que realizara una delegación de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas por centros educacionales en el campo, tomó asiento con gran velocidad.

Más tarde, en 1972, arribaría la brigada Julio Antonio Mella. ¿Su compromiso?: edificar 28 hogares para obreros del Plan Genético Los Naranjos y la escuela en el campo Ceiba-7, hoy centro docente militar Camilo Cienfuegos. ¿El plazo? Seis meses. Ello causó el asombro de muchos, incluido Fidel, sin embargo la brigada la levantó en cinco.

Fue entonces cuando el Comandante en Jefe propuso hacer permanente la instalación donde residirían los miembros de esa tropa. En ese momento expresó: “No se puede disolver esto. La brigada no desaparecerá, sino que se multiplicará en cientos y miles, hasta que la amistad alcance a todos los pueblos del mundo”.

Ha pasado mucho tiempo. Ahora el campamento se alza orgulloso. Para su director, Raúl Abreu, el establecimiento se rige por “el principio defendido por el líder histórico de la Revolución cubana sobre la utilidad de vincular el estudio y el trabajo para cimentar lazos de amistad”.

Con 67 trabajadores en su plantilla, el Cijam ha sido lugar especialmente querido por los familiares de los Cinco Héroes, por haber acogido varios espacios de confrontación y debate que, a la larga, contribuyeron a la liberación de los jóvenes que protegían a su patria del terrorismo.

El enero arribó al Cijam un nuevo grupo de la Brigada Internacionalista Sudamericana. En la imagen, algunos de los amigos que nos visitaron durante el 2012.

 

Mirtha Rodríguez, madre de Antonio Guerrero, donó el pasado 24 de enero una colección de pulóveres alegóricos que fueron diseñados y fabricados por integrantes de las distintas brigadas que pasaron por el campamento, y han quedado como muestra irrevocable del apoyo del mundo a los Cinco.

Esta obra de amor, en constante perfeccionamiento, podría llenar páginas hermosas de la historia de la solidaridad entre hombres y mujeres del mundo y este archipiélago siempre abierto, sincero y cordial. Cien mil personas que pudieran contar sus vidas y experiencias, hablar del cariño irreprochable que le tienen a Cuba y que los lleva, incluso, a que algunos pidan ser enterrados en el pequeño cementerio del sitio donde sintieron, por vez primera, lo que era la Revolución cubana.

Como bien señalara Kenia Serrano Puig, presidenta del Icap, en una ocasión: “En el campamento se gestan sueños que luego se hacen realidad a partir del empeño y el alto compromiso, que se logra durante la permanencia de esos amigos y amigas, en esa instalación. Allí se refleja, de manera genuina, lo que es la Revolución y nuestra gran vocación solidaria e internacionalista”.

Con la ayuda de los brigadistas (blancos, negros, mestizos, mujeres, niños…) se han levantado no pocas obras de los sectores educacional, de salud y residencial, en Caimito. Entre ellos la comunidad Los Naranjos; varios consultorios médicos del municipio y la sala de Rehabilitación en Ceiba del Agua; la reparación total de la escuela primaria Miguel Perera, en el poblado de Vereda Nueva; y el remozamiento del instituto preuniversitario Jorge Dimitrov Ceiba-7.

Pero esto es apenas una muestra de lo mucho que, durante 45 años, han aportado los hermanos que defienden la causa de los procesos revolucionarios en cualquier parte del mundo y bajo cualquier bandera.

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