El Complejo Gastronómico El Güije en Santa Clara tiene misterios y encantos, no únicamente por lo que implica el nombre sino por la calidad del servicio.
Estar ubicado en un espacio natural casi en las faldas de la Loma del Capiro, le da un toque distintivo al parecer que es el campo dentro de la ciudad; haber mantenido desde su inauguración, hace seis años, la diversidad y estabilidad en sus ofertas le ha hecho tener el encanto de la constancia y convertirse en una de las instalaciones del comercio y la gastronomía más concurridas de la ciudad.
Incluye un restaurante ranchón, parrillada y cantina con capacidad para 180 comensales, además la cafetería Terminal Aérea con un avión reacondicionado para ofertar hamburguesas, emparedados, cócteles y productos al carbón y un helicóptero para gustos infantiles que incluye además un paseo virtual por sitios históricos y naturales de la provincia durante 45 minutos.
Al ranchón de El Güije unos le dicen el restaurante de la libra porque al servir las carnes estas pesan esa cantidad, otros el del ajiaco villaclareño porque ese plato caracteriza al lugar y es casi obligatorio consumirlo. Para muchos es la entidad donde se forman gastronómicos, por los jóvenes que allí laboral.
Los jóvenes que allí llegan
Caras risueñas y con buenos bríos brindan el servicio, Lizandra con no más de 23 años es la capitana del gran salón, Yeni, Yaquelín y Yenifer son las dependientes y todo esta en orden , caliente o frió según corresponda, la cantidad exacta, bien presentados los platos… Tony en la cantina hace hasta malabares, todos ellos estudiaron el técnico medio en la escuela de servicios gastronómicos y su trabajo lo hacen con esmero y profesionalidad aplicando. Según afirmaron, lo aprendido en esa escuela fue muy valioso, pero aquí tienen que esforzarse por la atención diferenciada al cliente que es la clave de esta entidad.
“Aquí hacemos nuestra práctica laboral y luego en muchos casos nos hemos quedado laborando establemente porque el centro tiene prestigio y mucha aceptación”, precisaron
Están comandados por Juan Miguel Palacios González, un hombre que durante sus más de treinta años en el sector ha dirigido diversos centros, todos con éxitos, y quienes lo conocen aseguran que tuvo como escuela la década del 90 cuando hubo que “inventar de lo lindo” para ofertar un plato decoroso a la población.
“Confío en los jóvenes, ellos hacen aquí la diferencia. Es la mayor garantía del lugar, todos tienen muchos deseos de aprender y hacer las cosas bien. Se les exige la máxima satisfacción del cliente, que este se vaya contento, que se respete la calidad, los horarios, la estabilidad en el servicio, la permanencia, cantidad, variedad de las ofertas y los precios”, afirmó quien ha sido distinguido con varias condecoraciones por su consagración a esta rama.
“En el comercio se tiene todo para hacerlo bien y poder competir incluso con el no estatal, está el recurso humano, las materias primas, poder innovar solo hay que cumplir una máxima, el cliente es lo primero y a él nos debemos”, expresó convencido Palacios.