Comunidades indígenas de Bolivia, Guatemala, Perú, México y otros países de América Latina, mantienen hoy costumbres y técnicas tradicionales de cultivo y recolección. Los campesinos son algunos de los que han heredado muchos de los saberes agrícolas y para la crianza de animales, y aunque han insertado maquinarias de altas tecnologías, la tierra continúa siendo el fiel sustento de sus vidas y espíritu.
Este sector, si bien ha sido históricamente uno de los primeros en organizarse para reclamar sus derechos, en la actualidad se destaca en la categoría de empleo informal, inseguro y poco remunerado, de acuerdo con la revista Panorama Laboral (2016), publicada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Entre ellos son frecuentes los conflictos con los empresarios de las grandes compañías dedicadas a la agroindustria, las cuales se han aprovechado de la mano de obra barata y han ampliado sus mercados en el continente.
No obstante los abundantes recursos naturales y la capacidad de producción y exportación de países como Brasil, México y Argentina, la región no ha emprendido efectivas políticas anticrisis, según publicó el resumen anual, del pasado año, del Centro de Investigación de la Economía Mundial (Ciem), de Cuba.
El texto destaca datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas que muestran los tres sectores económicos con mayores contracciones: el agrícola y ganadero (-1,4 %), la industria (-1,3 %) y los servicios (-0,6 %).
Señaló además que para el 2017 el entorno económico puede agravarse debido a la persistencia de factores de riesgo y la incertidumbre internacional, como es el ascenso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
Las políticas neoliberales aplicadas por los Gobiernos en el sector agroalimentario, lejos de mejorar las condiciones laborales, han favorecido reformas agrarias que facilitan la concentración de importantes extensiones de tierras por parte de grandes compañías extranjeras.
Sindicatos vs. transnacionales
Las causas y principales consecuencias han sido denunciadas por la Unión Sindical Internacional de Trabajadores de la Agricultura, la Alimentación, el Comercio, las Industrias Textiles y Similares (UISTAACT), una de las primeras de su tipo y la más numerosa dentro de la Federación Sindical Mundial (FSM). Ella ha revelado la situación del sector, donde los trabajadores constantemente temen perder sus puestos laborales; y en caso de integrar algún sindicato, los empresarios invisibilizan sus derechos de afiliación, la labor de sus dirigentes y criminalizan las luchas laborales.
La UISTAACT incluye 150 organizaciones nacionales y seis oficinas regionales en todo el mundo, una con sede en Cuba dedicada a la atención de América Latina y el Caribe.
A finales de enero, durante las sesiones de trabajo en La Habana, los participantes de países como Vietnam, India, y otros de América Latina, intercambiaron sus vivencias en el enfrentamiento a las transnacionales que liderean el mercado agroindustrial.
Jaime Díaz Ortiz, miembro del Secretariado General de la UISTAACT, comentó a Trabajadores la experiencia de los afiliados de la Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro) en Colombia, que aglutina a cerca de 80 mil afiliados, quienes han protagonizado huelgas y paros laborales.
Mencionó que las organizaciones sindicales avícolas son poco reconocidas, pero reúnen a un sector que se encuentra entre los más afectados por los tratados de libre comercio del Gobierno colombiano con la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos.
“Han tratado de justificar las pérdidas, la disminución de las ventas y la productividad. Descargan toda la recesión económica en los trabajadores, quienes no cuentan con el respaldo del Gobierno”, y agregó que solo se trata de cumplir con los convenios de la OIT, aunque en la práctica no se les exige a los empresarios nacionales ni a las grandes transnacionales.
División de los sindicatos
Jaime Díaz describe un ambiente de tensión y pobre avenencia en el país suramericano. “Desarrollar la actividad sindical en Colombia significa un reto porque no se respeta la libre asociación y se viola el derecho a la negociación colectiva”.
Por estas razones muchas veces no se reconoce al sindicato, y los trabajadores se muestran apáticos, desconfiados, temen perder sus puestos al afiliarse a organizaciones que no sean avaladas por el Gobierno.
Los empresarios aprovechan esta vulnerabilidad y las debilitan con una ley implementada por el Gobierno en el 2011, que se conoce como pacto colectivo. Son acuerdos entre empleadores y trabajadores no sindicalizados —muy rigurosos con este último requisito— que garantizan el compromiso con la administración, y otorgan beneficios a sus afiliados.
Los dirigentes que quedan atrapados en esta situación se despojan de su overol, sombrero o casco y se vuelven empresarios de cuello blanco, comentó Díaz.
Un estudio de la Escuela Nacional Sindical (ENS), con sede en Medellín, cita las cifras del Ministerio del Trabajo que demuestra el crecimiento de este tipo de acuerdos en los primeros años de su implementación. Los tratados impulsados por el Gobierno aumentaron en un 23 %, mientras que las resultantes de las negociaciones sindicales solo lo hicieron en un 1 por ciento.
Los conflictos dentro del sector de la agroindustria se han vivido también en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria de Productos Grasos y Alimenticios (Sintraimagra), del que Jaime Díaz es secretario general.
Parmalat Colombia, sucursal del grupo francés Lactalis, explicó, ha despedido empleados por su afiliación al sindicato; mientras que Freska Leche, de la transnacional francesa Danone, han tenido que responder ante los tribunales por desconocer la organización.
Los ejemplos pudieran ser numerosos y por ello la UISTAACT busca sumar afiliados, pues a pesar de que muchos trabajadores no se reconocen como parte de ninguna organización sindical, sus dirigentes velan por la seguridad, los derechos y las condiciones laborales de los empleados y sus familias. Desde el sindicato intentan preservar a quienes cultivan y recogen los alimentos, que ven germinar de sus manos.