Este 18 de febrero se celebra en Cuba el Día del instructor de arte, en homenaje Olga Alonso González, en su natalicio. El programa fue una de las iniciativas de Fidel quien definió a estos jóvenes como artistas formadores de patriotas, revolucionarios y de excelencia en el arte.
Aún Roberto Carlos Mora recuerda su primer dibujo siendo apenas un niño: “Lo conservo como un tesoro y no siento vergüenza cuando lo miro, pues fue el inicio de lo que soy”, dice sonriente.
Para el joven bayamés, integrante de las Brigadas de Instructores de Arte José Martí, remitirse a los tiempos en que acudía a la casa de cultura ’20 de octubre’, donde descubrió su aptitud para las artes plásticas, es esencial a la hora de relatar su interesante trayectoria:
“Asistía siempre a los talleres y poco a poco fui perfeccionando las diferentes técnicas. Me gustaba participar en los concursos y, como es natural apreciaba obtener premios, por eso me esforzaba cada vez más. Finalmente llegué a la Escuela de Instructores de Arte, Cacique Hatuey, de la provincia, que era mi meta.
“A partir de ahí supe que se debe mostrar interés en la superación para lograr objetivos. Los obstáculos no deben impedir los sueños si estamos seguros de lo que queremos y cómo llegar a ellos”.
En el 2008 Roberto se incorporó a la vida laboral en la Escuela Primaria ‘4 de abril’, uno de los centros seminternos de mayor matrícula en la Ciudad Monumento.
“Tenía entonces 20 años. La primera vez que estuve frente a un grupo de estudiantes impartiendo un taller, sobre apreciación de las artes plásticas, quedó grabada en mi mente como una gran prueba y al mismo tiempo una experiencia maravillosa. Me sentía seguro, pues solo se trataba de trasmitir los conocimientos adquiridos. La recompensa fue que obtuve toda la atención y logré motivarlos. En ese instante supe que nada me apartaría de las aulas”.
El quehacer de este instructor no se divorcia de lo que considera un deber social y aclara que lo hará en tanto lo considere acertado.
“Dentro y fuera de la escuela soy un educador. Los niños necesitan ser guiados en todo momento además de un patrón de conducta, y es lo que intento significar para ellos. Por eso fuera del ámbito laboral igualmente lo hago. En ocasiones también los muchachos de más edad tienen comportamientos inadecuados, por lo que me veo en la obligación de aconsejarlos sobre cómo deben conducirse en la sociedad, ser personas útiles y de bien. Los jóvenes cubanos, sin excepción, tenemos oportunidades.
Acerca de la vieja polémica de estos trabajadores en cuanto a sentir más apego hacia uno u otro de los sectores que convergen, educación y cultura, no duda en reafirmar: “Yo soy un artista”.
Por cuanto agrega:
“Muchos instructores no se consideran profesionales y eso tiene que ver con la propia forma en que surgió este programa, el cual aún tiene dificultades. Pero lo más importante es que cada quien emplee el tiempo en aprender más sobre su manifestación artística. Es aquí donde considero que radica la profesionalidad”.
Roberto es uno de los más destacados brigadistas de la provincia Granma, no solo por los importantes resultados de sus alumnos en concursos como De donde crece la palma, que convoca el Consejo Nacional de Casas de Cultura; Trasaguas, de Recursos Hidráulicos y El MININT y yo, del Ministerio del Interior, sino por incursionar en otras manifestaciones como el teatro y la música.
“A mis allegados suelo decirles que las personas realizan arte todo el tiempo, lo llevan dentro, solo tienen que verlo y experimentarlo”, y con tal premisa queda satisfecho.