Los cinco judocas cubanos que compitieron este fin de semana en el prestigioso Grand Slam de París 2017 quedaron fuera del podio, con la actuación más relevante para Aliuska Ojeda (57 kg) con un séptimo puesto. ¿Sorpresa o asombro por esos resultados?
En la primera fecha, Ojeda abrió ganando por ippón a la argentina Gimena Laffeuillade y acto seguido liquidó por wazari a la polaca Arleta Podolak, en tanto perdió por la vía rápida el pase a la semifinal directa con la francesa Helene Receveaux. Durante la ronda de repesca tampoco pudo sonreír al ceder por wazari con la kosova Nora Gjakova.
Ante la imposibilidad de competir de Vanessa Godínez (48 kg) por lesión, el resto de los antillanos que salieron al tatami parisino no sobrepasaron la primera pelea. Kaliema Antomachín (78 kg) fue superada en regla de oro por la anfitriona Madeleine Malonga; mientras Magdiel Estrada (73 kg) también cayó en su estreno ante el bielorruso Vadzim Shoka.
La jornada dominical dejó par de reveses de las dos cartas principales en la selección masculina. José Armenteros (100 kg) no esperaba el ippón que le propinó el croata Zlatko Kumric cuando transcurría el tercer minuto de combate; al tiempo que Alex García (+100 kg) perdió con el alemán Andre Breitbarth.
Más allá de que hablamos de un torneo extremadamente fuerte —61 países y 409 judocas— y de los más reconocidos de Europa, esta discreta labor de las selecciones cubanas lanza una primera alerta para un deporte que ha sido puntal en los últimos ciclos olímpicos y es referencia obligada en América.
Los cambios de reglas siguen aplicándose en estos eventos y aunque es muy prematuro para evaluar ya cuánto nos está afectando o no, lo cierto es que esperamos con expectativa por el Grand Prix de Dusseldorf, Alemania, del 24 al 26 de febrero, cuando harán su tercera presentación en este periplo europeo.