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Educadores, iluminen a todos

Del ideario pedagógico de Martí y Fidel al legado del Che, de la enseñanza general a la universitaria, de la formación inicial de maestros a la posgraduada, de la cultura y las ciencias al deporte, del sindicalismo magisterial a la calidad educativa, de las experiencias de Frei Betto a las bellísimas emociones del Premio Nobel de la Paz Kailash Satyarthi.

Todo eso y más resume el Encuentro Internacional Pedagogía 2017 que, en su decimoquinta edición, validó su trascendencia e importancia no solo para los educadores cubanos, sino para aquellos que hallan aquí las mejores prácticas y —por qué no— también esperanzas.

La profesora Lesbia Cánovas afirmó durante el panel dedicado al Comandante en Jefe que su obra era “inatrapable”, por lo enjundiosa, variada y profunda. De esta forma también pudiéramos catalogar a dicho evento que moviliza cada dos años a miles de profesionales de todos los continentes, a sabiendas de que en Cuba contarán con la sabiduría de “maestros y profesores frutos de la Revolución, conscientes de su alta y honrosa responsabilidad”, según el decir de la ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez Cobiella.

En un contexto verdaderamente difícil, donde las políticas neoliberales y las fuerzas de la derecha tratan de imponerse en el continente, la educación cobra un significado especial. Seamos educadores de vanguardia, para que nuestros pueblos sean libres por haber educado mejor a sus hijos, señaló en la sesión de clausura el Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

La denuncia realizada en relación con la explotación y el trabajo infantil, verdaderamente sorprendentes en el siglo XXI, u otras que en este contexto se escucharon a partir de vivencias y realidades propias, constituyen una prueba fehaciente de cuánto camino deben recorrer los sistemas educativos en aras de alcanzar las metas de Educación para Todos en el año 2030.

Un largo trecho transitado, que comenzó incluso antes de librar la Campaña de Alfabetización, en 1961, permite hoy hablar de la consolidación de nuestro sistema educativo —consciente de su perfectibilidad—, que trasciende lo puramente cognitivo, que busca la integralidad de los educandos, basada en valores y sentimientos patrióticos, responsabilidad, deber, profesionalidad y competencia. De todas partes de Cuba, maestros, profesores, académicos, investigadores y dirigentes sindicales expusieron sus quehaceres, provenientes lo mismo de las instituciones de la Educación Superior (que hoy sistematizan los beneficios de la integración universitaria), que de las escuelitas y centros más apartados.

Así, asombradas con los aprendizajes adquiridos y con las expectativas sobrecumplidas, regresaron a Mayarí, en Holguín, Bárbara García, Yuneisy Sánchez y Clara Luz Ramón. Ellas pertenecen al enorme grupo de “los agradecidos” que acompañan al Comandante en Jefe por haberles dado la oportunidad de formarse como educadoras, y de llegar a un evento como este para compartir sus saberes.

Y es que —como repetiría alguien durante estos días— los maestros son el alma de la escuela, sin ellos no solo no habría enseñanza, sino faltarían el amor, la entrega, la compasión y comprensión. Si la escuela es la extensión del hogar —sin duda—, los maestros lo son de la familia.

El Premio Nobel Kailash Satyarthi, quien ha luchado toda su vida por los niños, los adolescentes y los jóvenes, incluso sin tener el apoyo y la ayuda de los Gobiernos, sueña con un mundo de paz para ellos, y sabe que la educación y los docentes son un binomio esencial para alcanzar tal aspiración.

En una intervención especial señaló que los educadores son la llama, el fuego, la luz. De ahí que los convocara a incendiar al mundo con esa chispa. Iluminen a todos y cada uno de los seres humanos —les dijo a los participantes de Pedagogía 2017—, alimenten sus almas, nutran sus cuerpos, liberen sus fronteras. Tal es la responsabilidad moral de cada uno de los que estamos aquí presentes.

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