Culiacán.— Merecido, disfrutado y épico, el triunfo de los alazanes de Granma en la 56 Serie Nacional los catapultó, por derecho propio, para una lid a la que Cuba regresó hace tres años y en la que, con excepción del título de los Vegueros de Pinar del Río en el 2015, las faenas han dejado inconformes y molestos a aficionados y especialistas.
Lidereados por el único jugador cubano que ha participado en todas las ediciones desde el retorno, Alfredo Despaigne, la tropa oriental parece balanceada en cada uno de los aspectos de juego, aunque la falta de emergentes, de ese bateador capaz de cambiar la decoración de un choque con un swing, sigue siendo una deuda pendiente para el béisbol cubano más allá del recio toletero mencionado.
Una vez más enfrentaremos un pitcheo veloz, de control y con experiencia y oficio para torneos cortos; al tiempo que veremos cumplir la filosofía de abridor, intermedio y cerrador en casi todos los rivales. ¿Podremos cumplirlo nosotros también? ¿Los cuatro abridores anunciados podrán esforzarse para lanzar impecables seis entradas sin el sufrimiento de la derrota cuando entren los relevistas?
La confianza y sapiencia de Carlos Martí inclina a pensar que no se casará con una alineación si no hay producción de carreras por muy alta consideración que les tenga a los titulares que lo llevaron al campeonato. Al campo y al home deben salir quienes sean capaces de ajustarse conla mayor brevedad a las exigencias del certamen. Esa y no otra fue la fórmula ganadora de los Vegueros pinareños.
El sistema de competencia favorece que hasta con un triunfo se pueda clasificar a la semifinal, de ahí la importancia de salir a conquistarlo desde la primera jornada, pues libera tensiones para una formación necesitada de estudiar con anticipación a cada uno de los contrarios, sea a través de las estadísticas o el visionado de partidos. El descuido de esa simpleza elemental nos ha costado varias derrotas a este nivel.
Dentro de la nómina, 13 nombres ya tienen como mínimo una experiencia en Series del Caribe y 24 están hoy en la preselección al IV Clásico Mundial, fortaleza que se impone aprovechar. Divertirse sobre el diamante no es sinónimo de presión, pero tampoco de relajación o errores infantiles como correr mal las bases, tomar señas equivocadas o no saber dónde tirar. Las lecciones deben haber sido aprendidas de una vez y por todas.
No es un equipo Cuba, sino uno de provincia reforzado, recordaba alguien en la conferencia de prensa de presentación de los alazanes. Y es muy cierto, aunque un país entero cabalgará en Culiacán con Granma en pos de una actuación que inspire respeto y admiración por nuestra pasión. Subir al podio es posible sin que sea utopía. Y los peloteros, Martí y sus entrenadores, lo saben también.