Por Marlon Otero Cruz, estudiante de Periodismo
¿Imaginaría alguien que Granma barrería al campeón Ciego de Ávila y terminaría la gran final de la pelota cubana en cuatro juegos? Lo increíble e impredecible del béisbol vuelve a mostrarse con una cara que tiene muchos matices para comentar.
Después de hacer la hombrada y ganar el Play Off semifinal ante Matanzas estando debajo en la subserie 3-2, muchos pensaron que los dirigidos por Carlos Martí ya habían hecho bastante y solo era cuestión de tiempo para que los tigres avileños se coronaran por tercera vez consecutiva.
La vida demostró que la mayoría estaba equivocada y que la última palabra la dice el terreno. Apoyados en un Lázaro Blanco inmenso, en un Noelvis Entenza entregado y en un Miguel Lahera a la altura de un Clásico Mundial el pitcheo supo apoyar la ofensiva, sin duda, la mayor virtud de los granmenses.
Yordan Manduley y Yunior Paumier inyectaron adrenalina en el centro de la alineación del conjunto y a la defensa del ala izquierda. Carlos Benítez se vistió de hombre oportuno, mientras Guillermo Avilés se recuperó a niveles increíbles con el madero —tres jonrones y 13 carreras impulsadas— hasta llegar a ser declarado el más valioso de los play off. Como si fuera poco, Alfredo Despaigne, «el caballo de los caballos», resultó un terror para los pitchers y directores rivales, con tres cuadrangulares en momentos cumbres.
El cuarto hombre del line-up de los alazanes asumió un liderazgo total, desde el primer vuelacerca contra Matanzas en el partido inicial de las semifinales hasta sus deslizamientos en home para anotar carreras decisivas, algo que se ve pocas veces en un jugador con contrato profesional como él.
En la victoria de los alazanes un elemento imprescindible lo constituyó la extraordinaria labor del receptor Frank Camilo Morejón, quien guió de manera excelente a los lanzadores y brindó seguridad detrás del plato.
Aplauso también para el mentor del conjunto al reforzar su equipo en las dos rondas de selección con los jugadores que realmente necesitaba, en tanto es ponderable los cambios de lanzadores en el momento preciso. Carlos Martí se superó así mismo, pues del bronce logrado en 1989 con este uniforme, pasó a levantar el primer título de Granma en nuestras Series Nacionales.
Entre otros factores que se conjugaron para el éxito de los alazanes no puede dejarse de mencionar la cohesión lograda por los refuerzos y el buen estado físico y mental del conjunto. A la afición le dio gusto ver jugar un equipo con la unidad necesaria para llevarse el triunfo a casa.
Finalmente, vale destacar la combatividad de sus adversarios, los trimonarcas de Ciego de Ávila, que comandados por Roger Machado lucharon hasta el último momento y no se rindieron jamás.
Granma está de fiesta y ahora la selección se preparará una semana en el estadio Latinoamericano, con los refuerzos lógicos que se le sumarán, para representar a nuestro país en la Serie del Caribe, del 1 al 7 de febrero en Culiacán, México.