Ernesto León
Los años 2015 y 2016 han sido muy críticos para el llamado deporte rey. Una serie de revelaciones e historias comprometieron su credibilidad. Rusia fue excluida de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro por un supuesto “ dopaje patrocinado por el Estado”; el extitular de la Federación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), Lamine Diack, recibió salpicaduras por encubrir algunas pruebas positivas; y varios casos de chantaje a atletas por altos funcionarios de esa entidad también fueron públicos.
Las respuestas y reacciones no se hicieron esperar, tanto por el organismo rector que dirige hoy Sebastian Coe como por federaciones nacionales, especialistas, deportistas y no pocos periodistas. El denominador común en muchas de las propuestas ha sido borrar los récords mundiales impuestos y comenzar una nueva era.
El presidente de la federación británica, Ed Warner, presentó a inicios del 2017 un Manifiesto para el Atletismo Limpio, en el que expone la necesidad de una reforma radical en esta disciplina. Dentro de las propuestas aparecen una mayor transparencia en el registro de las pruebas doping, sanciones y prohibiciones más duras y largas en el tiempo (hasta ocho años) y por supuesto, la ubicación en cero del reloj en cuanto a las marcas universales.
En total fueron 14 ideas entregadas a la IAAF que abarcan además, la investigación de pruebas doping supuestamente extraviadas; condenar con más severidad el suministro o adquisición de fármacos para mejorar el rendimiento y agrupar o renombrar todas las agencias antidopaje bajo un solo paraguas.
A la polémica se sumó la semana pasada Gianni Merlo, presidente de la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva (AIPS) y director de La Gazzetta dello Sport, quien en una carta pública recordó que siguen las denuncias por sospechas de dopaje desde fuentes anónimas, pero difundidas por los medios de comunicación, muchas de las cuales se corroboran una vez que se investiga.
“Si hemos llegado a este punto, si medallistas y campeones olímpicos y mundiales son despojados de sus premios por fraudes, si persisten las dudas del pasado que atormentan el deporte (en 100, 400 y 800 metros (f), por ejemplo) entonces ha llegado el momento de cerrar los récords y abrir nuevos”.
Merlo expuso con total crudeza la falsedad de utilizar “liebres” en carreras de medio fondo durante competencias internacionales para batir registros. “La búsqueda fanática de marcas ha llevado al atletismo al borde de la destrucción. Es hora de cambiar la dirección”,.
Por supuesto, en medio del debate, no podía faltar la opinión de Coe, a quien le dieron una “papa caliente” con su elección al frente de esta federación desde agosto del 2015. Sobre las más recientes denuncias en portales digitales esbozadas por Merlo, comentó que la unidad de inteligencia del departamento Antidopaje de la IAAF sigue las pistas, pero pronto se convertirá en responsabilidad de la Unidad de Integridad de Atletismo que, con un presupuesto de8 millones de dólares, se lanzará a principios de abril de este año.
“La unidad administrará una gama completa de actividades funcionales, desde educación y prevención hasta gestión de resultados, investigaciones, enjuiciamientos y apelaciones. También desempeñará un papel clave en el monitoreo del cumplimiento por parte de las federaciones nacionales de sus obligaciones bajo el Código de Conducta de Integridad”, señaló en un texto publicado en el sitio web de la AIPS.
Sobre el más candente tema: desechar la lista de cotas mundiales, reconoció que “en el pasado los sistemas han producido atletas que probablemente no han logrado registros legítimamente”, sin embargo, se negó a tal idea, pues se penalizaría a los atletas limpios que han ido rompiendo récords basados en el trabajo duro y la dedicación durante sus vidas, junto a los entrenadores.
Más allá de la postura de cada bando o si estamos de acuerdo o no con hacer borrón y cuenta nueva, el atletismo necesita una ejemplar sacudida en la que nadie pierda lugar en la historia, pero se deje ver una esperanza a las generaciones venideras que los controles, la corrupción y el fraude tienen piernas cortas. ¿Será posible?