Un homenaje a Rubén Martínez Villena, destacado intelectual cubano, combatiente revolucionario, líder comunista de las décadas de 1920 y 1930, tuvo este lunes en La Habana al cumplirse el aniversario 83 de su desaparición física y como parte de las actividades por los 78 años de la fundación de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
En nombre del movimiento sindical del país fue depositada una ofrenda floral ante el panteón que guarda sus restos mortales, durante un acto presidido por Nereida López Labrada, secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC).
Ruben fue uno de los grandes hombres que constituyen las raíces de la patria. Su pensamiento y acción, sacrificio y entrega a la causa del proletariado y su Partido de vanguardia contribuyó al logro de nuestra verdadera y definitiva independencia, expresó Fabián Céspedes, funcionario del departamento de relaciones internacionales, en las palabras de homenaje.
Nació el 20 de diciembre de 1899 en el seno de una familia de origen pequeño burgués. De su madre heredó dos rasgos, la bondad y el refinamiento de los gustos; del padre la rebeldía del carácter, el concepto del honor, la energía emprendedora, la voluntad y el deber ante la vida, añadió
Al recordar algunos pasajes de su existencia se refirió a su acercamiento al proletariado a través de la Universidad Popular José Martí, creada por su hermano de luchas Julio Mella, así como al liderazgo en la histórica Protesta de los Trece contra la corrupción administrativa. Fue fundador y figura principal del Grupo Minorista, estuvo vinculado al Movimiento de Veteranos y Patriotas contra el gobierno de Alfredo Zayas y desde el ascenso al poder del dictador Gerardo Machado lo combatió enérgicamente.
Señaló que otros momentos importantes de su vida fueron su estrecha vinculación con la Confederación Nacional Obrera de Cuba, de la cual, en su condición de abogado fue su asesor legal y su labor como dirigente del Partido Comunista de Cuba. Cuando la persecución del régimen lo obligó a partir al exilio, viajo a la URSS, donde además de atender su salud afectada por la tuberculosis trabajó en Moscú en la Sección Latinoamericana de la KOMITERN. De regreso a su patria, organizó y dirigió la huelga general revolucionaria que derribó al régimen de Machado en agosto de 1933. Falleció en enero de 1934, cuando sesionaba el IV Congreso de Unidad Sindical que ayudó a organizar.
Subrayó que al cumplirse otro aniversario de su fallecimiento «los agradecidos de la patria, tu pueblo, cabalgando con Fidel, te acompañan».