Con el objetivo de abordar temas relacionados con la jornada laboral de ocho horas; el derecho a la huelga; la necesidad de contar con una organización proletaria centralizada y unitaria; la igualdad racial; el reconocimiento del derecho de los cubanos a luchar por la independencia de la patria y del socialismo revolucionario ―en ese caso anarquismo― como la ideología que convenía al movimiento obrero, del 15 al 19 de enero de 1892 sesionó el Congreso Regional* Obrero de la Isla de Cuba.
Aquella reunión, organizada por la Junta Central de Artesanos del Círculo de Trabajadores y constituida en el local del Centro Gallego de La Habana, en Prado y Dragones, es considerada un congreso de carácter nacional porque a ella asistieron más de mil delegados de distintos sectores laborales y poblaciones cubanas, sustentadores de diversas tendencias políticas.
Su realización daba cabal cumplimiento a un acuerdo adoptado en un mitin celebrado el 1º de mayo del anterior año en el entonces teatro Irijoa, en la actualidad Martí. Los gastos fueron sufragados con dinero recaudado en funciones brindadas en ese teatro, así como en el Payret y el Albisu y por las sociedades La Colla de San Mus, catalana, El Pilar y Santos Suárez, y el Centro de Cocheros.
Contra las divergencias
En la sesión inaugural, su presidente, el asturiano Maximino Fernández, tabaquero y combatiente obrero, llamó a la prudencia y el comedimiento, y puntualizó la gran importancia que revestía aquella cita. Al referirse a las pugnas ideológicas existentes y su consecuente afectación al incipiente movimiento obrero cubano, apuntó: “Seamos francos y nobles al emitir nuestras ideas a fin de que terminadas las deliberaciones queden también terminadas las divergencias”. (1)
Tras intensas deliberaciones, primó el criterio de que el anarcosindicalismo cubano debía ser menos antinacionalista y respaldar a quienes luchaban por la emancipación de la Isla. En correspondencia con ello, los delegados aprobaron una moción en la cual puede leerse lo siguiente:
“1ro- El Congreso reconoce que la clase trabajadora no se emancipará hasta tanto no abrace las ideas del socialismo revolucionario y por lo tanto, aconseja a los trabajadores de Cuba el estudio de dichas ideas para que, actualizándolas, puedan apreciar, como aprecia el Congreso, las inmensas ventajas que estas ideas proporcionan a toda la humanidad al ser implantadas.
“2do- Que si bien hace la anterior afirmación en su sentido más absoluto, también declara que la introducción de estas ideas en la masa trabajadora de Cuba, no viene, no puede venir a ser un nuevo obstáculo para el triunfo de las aspiraciones de emancipación de este pueblo, por cuanto sería absurdo que el hombre que aspira a su libertad individual se opusiera a la libertad colectiva de un pueblo, aunque la libertad a que ese pueblo aspira sea a esa libertad relativa que consiste en emanciparse de la tutela de otro pueblo”. (2)
Violenta reacción del régimen colonial
Ante la connotación político-ideológica de tales pronunciamientos, el día 20 el gobernador civil de la provincia de La Habana dispuso la suspensión del cónclave por considerar que la mayoría de los acuerdos en él adoptados “(…) tienden directa e inmediatamente a implantar y llevar a ejecución los procedimientos del socialismo revolucionario, mediante actos que revisten caracteres de delitos contra el orden social y político existente”; (3) el encarcelamiento de los participantes más destacados y la apertura de un proceso judicial.
Ese proceder suscitó la protesta pública de la Junta Central de Artesanos del Círculo de Trabajadores, en reunión efectuada en horas de la noche de ese día en la que se acordó, además, crear un comité encargado de gestionar la libertad de los detenidos y prestar ayuda a sus familiares hasta tanto fueran puestos en libertad.
Al día siguiente, el diario La discusión, que había reseñado con amplitud todo lo abordado en aquel congreso, publicó un comentario titulado Libertad para los obreros. En él se manifestó inconforme con respecto al referido proceso judicial; catalogó el acuerdo que motivó la suspensión de la importante reunión, como la repetición de otros aprobados en los congresos obreros de Francia, Bélgica, Alemania y España, por los cuales nadie fue llevado a los tribunales, e indicó: “(…) para opinar igual que los capitalistas, no celebrarían Congresos los obreros”. (4)
Notas:
* Se le dio el calificativo de regional porque el movimiento obrero en Cuba era considerado parte orgánica del de España.
(1) Citado por Evelio Tellería Toca en: Congresos obreros en Cuba, Editorial de Arte y Literatura, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1973, p. 36.
(2) Ídem, pp. 43-44.
(3) Ídem, p. 45.
(4) Ídem, p. 47.