En el municipio de Sandino, donde Cuba se estrecha para terminar como si fuese cola de caimán dormido, el sistema de salud concluyó el 2016 con cero muertes de niños menores de un año. Cada puja por salir al mundo se contó como nacimiento feliz.
El territorio impuso similar récord que Los Palacios y San Juan y Martínez. Junto al resto, colaboraron para que la provincia alcanzara, por segundo año consecutivo, la tasa de mortalidad infantil más baja del país, con 2,1 fallecidos por cada mil nacidos vivos.
“Hemos reportado, en estos últimos años, una disminución gradual de la tasa y en el 2016 tuvimos 10 muertes menos con respecto al año anterior. Se registraron 6 mil 248 nacimientos y logramos reducir el índice de bajo peso al nacer a 4,4 %”, explica María Teresa Machín López-Portilla, jefa del Programa de Atención Materno Infantil (Pami) en Pinar del Río.
La promoción Estilos de vida adecuados se tornó, nuevamente, un asunto importante para obtener buenos dividendos: la idea es que la pareja comprenda que el proceso de la maternidad implica planificación y sobre todo, constancia.
Las cifras son solo muestras de una labor sostenida que coadyuvó a una disminución sustancial de un indicador más profundo —desde el punto de vista humano— que estos grandiosos dígitos.
Donde termina el caimán
“Hablamos de poblados lejanos, de difícil acceso, algunos con problemas de transportación. En ocasiones, las embarazadas se niegan a ingresar con diversas excusas, pero se realiza la persuasión, con los distintos factores, hasta lograrlo”, afirma María Elena Menéndez Mons, asesora del Pami en Sandino.
Después de un año agitado, el territorio logró lo propuesto en sus dos áreas de salud. Allí cuentan con numeroso personal especializado, repartido en sus 39 consultorios y hogar materno, entre otras instituciones. Los dos grupos básicos de trabajo —correspondiente cada uno a un policlínico— cuentan con el completamiento necesario de su equipo, con personal indispensable como obstetra, pediatra y clínico, entre otros.
Pero Sandino se complejiza por el hecho de que, en su hospital municipal es donde único se llevan a cabo partos en Vueltabajo, fuera de la capital provincial. Allí acogen también a la población de los municipios cercanos de Guane y Mantua.
Sin embargo, la voluntad de alcanzar las cero muertes se impuso. Ante cada negativa que pone en peligro las vidas, sin importar las distancias, el personal se presenta en los hogares alejados. Así recuerda Carlos Gabriel Hernández Silva, ahora director del policlínico Ernesto Guevara de la Serna, cuando acudió, sorpresivamente, a la casa de una paciente renegada para convencerla.
“Hay que trabajar sistemáticamente en el terreno, no mediante teléfono. La educación también es fundamental, y por eso nuestros profesionales se brindaron, en cada consultorio, para impartir charlas educativas en los clubes de adolescentes y clubes de embarazadas. Diseñamos también una estrategia de capacitación en dependencia de las necesidades de aprendizaje que encontremos en nuestros trabajadores y eso ayuda a perfeccionar el conocimiento. Incidimos constantemente en la actualización de los protocolos”, afirma el doctor Hernández Silva.
Para él, la promoción y prevención en temas como la lactancia, la paternidad y maternidad en la adolescencia, son definitorios, tanto como la labor médica.
Convertido en un soporte insustituible, el hospital Augusto César Sandino cuenta también con personal sumamente experimentado. Allí asumen el reto de atender los tres municipios y se hacen numerosos procedimientos que no precisan de trasladarse hacia la capital provincial.
“Atendemos mujeres de otros territorios. Permanecerán ingresadas aquí si no existen complicaciones para la gestación, pero con patologías más difíciles se trasladan hacia la maternidad provincial. Desarrollamos partos fisiológicos, cesáreas electivas. Con partos de riesgo también se realizan cesáreas de urgencia”, explica Galia Almeida García, especialista en Obstetricia y Ginecología, mientras chequea el estado de una embarazada.
En otra consulta, Maricela Troche Valdés, especialista de Pediatría y Medicina General Integral, se encarga de la vigilancia de los pequeños, mientras crecen en su nuevo entorno. Según ilustra, es el seguimiento sin interrupciones, durante las 24 horas del día, la mejor fórmula para garantizar la salud, en una institución que brinda casi la misma cantidad de servicios que el hospital pediátrico provincial.
“También los pediatras realizan interconsultas para cumplir su función en los lugares muy apartados.
“La clave de los resultados fue la sistematicidad y el control diarios, siempre con la meta de mejorar la calidad de vida de nuestras embarazadas y niños. Para enfrentar la extensión municipal buscamos las formas. Mediante las interconsultas, llegamos dos veces por mes a cada consultorio, con pediatras, ginecólogos y clínicos. Identificamos las pacientes con riesgo preconcepcional y dimos cuidado diferenciado a las mujeres que pudieran tener bebés con bajo peso al nacer. Entre cosas, se remodeló la sala de maternidad y se desarrollaron reuniones metodológicas, todos los martes, para chequear los programas variados y analizar los casos más preocupantes”, concluye Menéndez Mons.
Pinar sube sus estándares
Sandino fue un ejemplo provincial de la superación de indicadores que ya se antojaban fabulosos.
De forma general en Vueltabajo se buscó, intensamente, elevar la calidad del servicio en los distintos niveles. Además, una premisa fue el completamiento de los grupos básicos de trabajo, con los integrantes indispensables, como ilustró Machín López- Portilla.
Para fortalecer aún más el Pami, se perfeccionaron los protocolos de seguimiento de la gestante y se brindaron cursos de capacitación en la atención prenatal. El objetivo fue mejorar el chequeo desde la captación hasta el momento del parto. Pero conjurar las piezas del mecanismo, atención primaria con secundaria, fue el verdadero éxito.
Los grupos básicos con los médicos de familia, obstetras y pediatras, genética y hogares maternos, servicios de neonatología, perinatología, comisión de la materna grave y la terapia intensiva pediátrica, así como cientos de personas de otras áreas afines, colaboraron con el triunfo. Son esos rostros anónimos enumerados por la doctora Machín López-Portilla, quien apela a la memoria para no olvidar a ninguno de quienes propiciaron que Pinar alcanzara la tasa de mortalidad infantil más baja de su historia. Con estos antecedentes, el año 2017 será un reto mayor.