Por Jenima González Argudín
A 225 años de su fundación, la Sociedad Económica Amigos del País (SEAP) ha caracterizado su labor por sus logros en las relaciones de reciprocidad, cooperación con instituciones académicas, culturales, educativas, científicas y medioambientalistas, para contribuir al nuevo modelo económico cubano y al desarrollo sostenible de la mayor de las Antillas, al propiciar la promoción y profundización en el conocimiento de diversas disciplinas.
Como respuesta a las conquistas de la revolución, trabajar por el desarrollo social, la SEAP enfatiza asimismo en el progreso cultural, a través de sus disímiles proyectos dirigidos a las investigaciones en todas las esferas posibles, dando lugar a la valorización del sujeto en nuestra sociedad, razones que motivaron al Héroe Nacional José Martí, miembro de ella, a calificarla como “la más alta y meritoria de las sociedades cubanas.”
La SEAP se creó en Cuba por Real Cédula del 15 de diciembre de 1792 con el fin de recibir apoyo en el crecimiento de la economía, la cultura y la educación de la joven nación. Sus antecedentes tuvieron lugar en España, Irlanda y Suiza a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, en el marco del período de la ilustración, posteriormente surgieron otras sedes en las colonias de América.
Promover la industria era una de sus funciones y la misión de fomentarla colisionaba con los doctrinas del mercantilismo, que ponderó en primer lugar la naciente industria de la metrópoli habanera; en tanto practicaba una cultura conservadora que fluía a través de las ideas de la América española, que tenía como misión propagar la erudición dentro de los límites que permitía la censura.
Su fundador fue Don Luis de la Casas, nombrado por el Rey Carlos III como gobernador de La Habana y Capitán general de Cuba, de la Luisiana y Florida, permaneció en la Isla desde 1790 hasta 1796 y dio un enérgico impulso a las obras públicas en la capital.
La primera agrupación fue constituida en la ciudad de Santiago de Cuba el 13 de septiembre de 1787, conocida como Sociedad Económica de Cuba. El 9 de enero de 1793 abrió sus puertas una segunda casa, conocida como Sociedad Patriótica de la Havana (luego tuvo varios nombres hasta llamarse, en 1898, SEAP).
Al concluir en 1899 el dominio español, la Sociedad dejó de ser corporación, oficial y continuó su labor como institución privada. Desde su existencia legal ha tenido tres momentos: primero, entre 1793 – 1899 (época colonial); segundo entre 1899 – 1959 (época republicana); y el tercero que comienza en 1994.
Por mediación de esta entidad fue fundado, el Papel Periódico de la Havana y se introdujo el ferrocarril en Cuba, además de coadyuvar al surgimiento del Consulado de Agricultura y Comercio, el Jardín Botánico de La Habana, la Casa de Beneficencia, la primera escuela de niñas, la cátedra de química, la Academia de Artes San Alejandro, el Museo de Historia Natural, la Biblioteca Pública Fernando Ortiz, e importantes campañas de vacunación. También influyó en el gran despegue de la industria azucarera.
El primer director de la SEAP fue Luis Peñalver y el órgano oficial de la institución fue la revista Bimestre, fundada en 1831 y después Fernando Ortiz le dio continuación en su segunda etapa. Se destacaba por ser muy activa, adscrita a la Academia de Ciencias de Cuba y recoge las principales ideas y desafíos del campo intelectual, sobre todo los relacionados con la educación y el desarrollo socio económico.
Desde su surgimiento, y sobre todo en el siglo XIX, la sociedad tuvo en su seno a figuras relevantes de la intelectualidad y la política cubanas, tales como Francisco de Arango y Parreño, Félix Varela y Morales, José Antonio Saco, Juan Gualberto Gómez, Felipe Poey Aloy, José de la Luz y Caballero, Tranquilino Sandalio de Noda, Alvaro Reynoso Valdés, Fernando Ortiz Fernández, Juan Marinello Vidaurreta, entre otros muchos.
Bajo sus principios éticos surgieron pensamientos renovadores encaminados al progreso económico agro-industrial. La educación jugó un rol primordial con todos los institutos educativos que fundó; en tal sentido se destaca la escuela Santa Cecilia, una academia de música.
A mediado del siglo XlX, la SEAP puso en su emblema la frase “PROPATRIA: todo para ser progresado por la patria”.
En el año 1959, esta prestigiosa entidad se incorporó al programa socio cultural emprendido por la Revolución. La revista se hizo eco del trascendental momento histórico, y su biblioteca —la más antigua del país— pasó a ser pública.
Temas tales como el nuevo modelo económico cubano desde 1994 son recurrentes en las diferentes publicaciones de la SEAP, en las que igualmente aparecen trabajos relevantes que tratan sobre la actualidad cubana, el medio ambiente y la cultura ambiental.
Entre los reconocimientos que confiere la SEAP se encuentran el Francisco Arango y Parreño, que se confiere a los profesionales que contribuyen de forma notable a la economía del país; el premio Félix Varela, para los que se destacan en las ciencias sociales y el pensamiento político-filosófico cubano, para las investigaciones sociológicas; y el premio Félix Poey, que se otorga a quienes contribuyen con sus aportes al estudio de la protección de los recursos naturales y el medio ambiente.