“No apagues el candil
o la nieve te hunde en el centro del
dolor”.
Candil de Nieve
Raúl Torres Rondón nació el 27 de junio de… hace años en Bayamo. Ocurrió “por accidente”, mientras su madre se hallaba de vacaciones en la legendaria ciudad oriental —hoy capital de la provincia de Granma—. A los tres meses de edad retornó a la Atenas de Cuba, que tanto ama y le ha escrito varias canciones. Matanzas, la novia poco correspondida, y que en la pieza titulada San Juan evoca a su padre, y en Por la calle Gelabert, escrita junto con su hermana Elba, enfatiza: Si en tu regazo no encuentro/ La paz que me prometí/ Mi barco abandonó tu puerto/ Y se trajo en sus bodegas/ Ecos de tu frenesí.
De mediana estatura, delgado y con trenzas que dibujan su franca personalidad, cuando era niño Raúl asistió a la Escuela de Artes Mártires de Bolivia, en Matanzas. “Quería matricular violín, pero lo que me dieron fue guitarra. Tenía un profesor muy viejo, se llamaba Reynold, el cual impartía clases en un horario muy tarde. Yo era un asmático fuerte y a los seis meses tuve que abandonar el centro. Después ingresé en la Escuela Secundaria Básica Ramón Mathiew, donde comenzó mi vida como cantautor aficionado. Hicimos un dúo que se llamaba Los Compadritos y en varios festivales de la Organización de Pioneros José Martí, obtuvimos premios”, recuerda.
Pero su verdadera escuela, la de la música, la composición, la cultura general… y de la vida, fue su humilde casa, en la barriada matancera de Simpson, donde en 1879 Miguel Faílde Pérez (Matanzas, 1852-1921, con su célebre obra Las alturas de Simpson, hizo nacer la primera pieza de salón devenida baile nacional que se impuso ante el racismo, y Patrimonio Inmaterial de Cuba. “Crecí en un hogar de artistas, que supieron cultivar en sus hijos amor y respeto hacia el arte”, enfatizó Raúl.
“Mi padre —agregó—, llamado Humberto, nacido en Matanzas, se graduó en el primer curso de instructores de arte, en El Comodoro, La Habana. Era cantante y dramaturgo. Mi madre, Ayda, oriunda de La Julia, cerca de Bayamo, fue asesora teatral. Tenían una activa vida en el mundo cultural matancero. Tengo otros hermanos que igualmente son artistas, como Germán, Caridad, Humberto y Elba.
Con esta última —atrayente, por su cuidada piel canela—, pasa Raúl la mayor parte de su tiempo creativo. Ella lleva el control de la casa productora del músico, Novilunio Zoom, y también es escritora, actriz y realizadora. Sus acotaciones apoyaron la elaboración de esta entrevista, que se hizo en las pausas de la grabación en los modernos estudios Abdala, del más reciente tema de Raúl, Facebwk, conmovedor canto a la amistad sobre el cual el reconocido cineasta Lester Hamlet crea un video.
El Hijo Ilustre de Matanzas y autor de las emotivas canciones dedicadas a Hugo Chávez y Fidel Castro, El regreso del amigo y Cabalgando con Fidel, respectivamente compuestas pocas horas después de la desaparición física de los dos grandes próceres antimperialistas de Latinoamérica, apunta que esas no son las únicas obras que ha generado en memoria de los héroes, pues cuando tenía 12 años hizo la primera, dedicada a Celia Sánchez, tras su fallecimiento. “Mi madre —dijo— me ayudó a hacer la composición, que luego obtuvo premio en un festival de pioneros aficionados”, evento en el que en 1984 ganó un viaje por los países del entonces campo socialista”.
Empedernido devoto del arte, siendo adolescente, Raúl actuó en el grupo Teatro Arenas (aficionado), donde interpretó un papel en la farsa titulada La esquina de los concejales (1962), de Nicolás Dorr, bajo la dirección artística de Rafael Rivero. También fue utilero en otro colectivo artístico que se llamaba Monserrate, donde podía “cantar si ponía y cargaba los bafles. Y lo hacía, con este cuerpecito flaquito, con tal de poder realizar mi sueño”. Después recorrió “toda Matanzas como luminotécnico de una brigada de montaje de espectáculos”.
Desde la infancia hasta 1987, el persistente compositor y cantante nunca dejó de crear, en ese año realizó su primer concierto, en la entonces sede de la Casa del escritor (Ediciones Vigía), bajo la dirección de Alfredo Zaldívar, “quien hoy —aclara Elba— es director de Ediciones Matanzas”.
Y como dice el viejo refrán, “nadie es profeta en su tierra”; la música de Raúl fue prácticamente relegada de los escenarios matanceros, aunque cada vez más prolífica. A veces —evoca— no se le permitía cantar en espectáculos en los que otros interpretaran sus números.
El también aficionado a la pesca y judoca cinta marrón, manifestó que comenzó a trabajar en un cargo que se llamaba misceláneas, que en realidad era de mantenimiento, en la Dirección Municipal de Cultura. “Más tarde pude acercarme a mis aspiraciones, pues se me designó instructor adjunto de Arte. Hice grupos de aficionados en varias escuelas, hasta que me nombraron subdirector de la Casa de la Trova, en el edificio donde estaba Ediciones Vigía. Corrían los años 1988 y 1989, tiempo en que formé mi primer grupo musical (piano, violín, bajo y batería). Con ellos interpretaba mis temas”.
La mejor de sus suertes
Un buen día, el joven cantautor tuvo la mejor de sus suertes. Lynn, la hija de Pablo Milanés, asistió a uno de sus conciertos. Se interesó por su música y se la comentó a su padre, quien luego recibió un casete especialmente grabado para él por el director de programas de Radio 26, Leo García, quien además tocaba el chelo.
“Pablo se enamoró de mi música —aseveró Raúl— y en agosto de 1989 me invitó a su espectáculo denominado Conciertos amigos, en la sala Avellaneda del Teatro Nacional, donde también estaba Xiomara Laugart, quien cantó varias de mis obras, como Se fue, Hojarasca, Atrapando espacios y Nítida fe”.
En el año 1990, Torres se fue a México, donde grabó su primer disco con Pablo Milanés. “Se llamó Canto de la abuela, y en este aparece por vez primera Candil de Nieve —cuyo lirismo y belleza han estremecido a diferentes generaciones—”. En aquel país estuvo un año. Para 1993 sus temas eran del interés de conocidos artistas extranjeros, como Simone, a la que durante un viaje a Cuba en ese mismo año, Pablo le dijo que le tenía un regalo: un concierto de Raúl Torres. “Ella se cautivó con mis canciones y me invitó a Brasil”. Allí hizo distintos espectáculos hasta 1996. En ese período le nacieron dos hijas brasileras.
Regresó a Cuba. Grabó su primer CD en solitario, Candil de Nieve, con PM Records. “Entonces inicié mi carrera artística profesional”, señaló. Detrás vinieron infinidad de conciertos en La Habana, algunos con Pablo, y uno con Sabina en el Parque Lenin. “En abril de 1998 me fui a España a promocionar mi música, gestión en la que me ayudó mi hermana Elba, que ya estaba allí. En Madrid grabé Alas de Luz”. Cuando se cumplían 20 años de sus vínculos artísticos con Milanés hizo junto con él un concierto en Cangas de Morrazo, región de la provincia de Pontevedra, en Galicia.
Torres ha compuesto temas interpretados, además, por Ana Belén, Alba Molina, SPS (azafatas de crónicas marcianas), Alejandra Botto, Los Van Van y Mal de amores, entre otros. En el año 2005 hizo, con la ayuda de amigos, el CD Maqueta de Platino. “Era un boceto para alguna discográfica. Una de ellas se interesó en él y se comercializó en España con ese mismo título”, precisó. En España realizó presentaciones personales y participó en las de Sabina durante sus giras por Islas Canarias, Barcelona, Alicante, Madrid…
“En algunas actuó Pablo”, expuso Raúl; y Elba agregó: “las canciones de mi hermano, como Se fue, Candil de Nieve, y Regrésamelo todo, eran recurrentes en la radio española.
De vez en cuando el internacionalmente reconocido exponente de la cancionística contemporánea insular, daba sus vueltas por Cuba, y llevaba su música a la ciudad donde se formó en el duro batallar de la vida, cuyo gran teatro Sauto lo recibió muchas veces.
“En el año 2007 regresé definitivamente, y unos meses después hice un concierto junto con Pablo en el teatro Mella, del que surgió el CD Raúl y Pablo, con las canciones que interpretamos allí, con conocidos y otros nuevos, como Por la calle Gelabert (o Príncipe sediento), en homenaje al poeta, dramaturgo y ensayista matancero José Jacinto Milanés (1814-1863)”. Esa obra evidencia su interés por cantarles a las figuras de la historia y la cultura nacionales, entre ellas a José Martí, a quien desde los 17 años de edad ha dedicado infinidad de temas, algunos con letras de su padre y musicalizados por él, recurrentemente llevados a su peña en el Museo de la Revolución, el último viernes de cada mes, a las 6:00 p.m.
Con 12 discos grabados, casi todos con más de una docena de canciones, la impronta de Raúl Torres se ha hecho imprescindible dentro del variopinto panorama musical cubano. Entre sus grandes propósitos actuales se destaca el proyecto Candil de Nieve, auspiciado por el Ministerio de Cultura y la Empresa de Promociones Artísticas y Literarias Artex S.A., en el Centro cultural Barbaram Pepito›s Bar (26, entre Avenida Zoológico y calle 47, Nuevo Vedado), “donde queremos reunir a los trovadores cubanos, consagrados y emergentes. Es un espacio pensado además para el feeling, proyectos discográficos y para improvisar acompañados de la guitarra. Allí los espero de martes a domingos”.