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Fidel: “¡Esta vez sí habrá revolución!”

Fidel Castro, desde el mismo momento del triunfo del 1º de enero de 1959, recurrió a la Historia para explicar las condiciones que determinaron que en procesos anteriores no se hubiera concretado la revolución. En análisis realizados sucintamente, a veces solo como mención, el líder afirmó reiteradamente que en el nuevo proceso que se iniciaba entonces, sí habría revolución. En tales afirmaciones siempre ocupó lugar la actitud intervencionista de Estados Unidos como factor frustrante de los procesos populares en Cuba.

Desde que el líder guerrillero rechazó el Pacto de Miami, el 14 de diciembre de 1957, cuando combatía desde la Sierra Maestra en una contienda cuya duración y desarrollo eran todavía impredecibles, ya había afirmado el rechazo a toda intervención extranjera, lo que en nuestro caso era sinónimo de intervención estadounidense. Entonces escribió a los firmantes de aquel Pacto, en una carta que el Che calificó de documento “de la categoría, por lo menos, del de Montecristi”, que jamás aceptaría el sacrificio de los principios cardinales de la concepción de la Revolución y se refería en primer lugar a la omisión de “la declaración expresa de que se rechace todo tipo de intervención extranjera en los asuntos internos de Cuba”, lo que calificó de “evidente tibieza patriótica y una cobardía que se denuncia por sí sola.”

Sobre este asunto volvió en la carta citada, que reprodujo el Che en su trabajo “Un año de lucha armada”, cuando formuló preguntas que eran una definición:

¿Es que vamos a ser tan cobardes que no vayamos a demandar siquiera la no intervención a favor de Batista? ¿O tan insinceros que la estemos solicitando bajo cuerda para que nos saquen las castañas del fuego? ¿O tan mediocres que no nos atrevamos a pronunciar una palabra a ese respecto? ¿Cómo entonces, titularnos revolucionarios y suscribir un documento de unidad con ínfulas de acontecimiento histórico?

El rechazo a la intervención extranjera era una posición muy clara respecto a la manera histórica que había asumido la relación de Estados Unidos con Cuba, lo cual se hizo más evidente y directo en sus discursos de enero de 1959, cuando durante la marcha que partió de Santiago de Cuba y llegó a la capital, al hablar al pueblo incorporó una mirada histórica para plantear la firme posición de defensa de la revolución que estaba por hacerse.

 

Desde el balcón principal del antiguo Ayuntamiento, frente al Parque Céspedes, Fidel Castro Ruz. Foto: Bohemia

 

El 1º de enero, en Santiago de Cuba, Fidel hizo un muy breve, pero muy ilustrativo recuento:

La república no fue libre en 1895 y el sueño de los mambises se frustró a última hora; la Revolución no se realizó en 1933 y fue frustrada por los enemigos de ella. Esta vez la Revolución tiene al pueblo entero, tiene a todos los revolucionarios, tiene a los militantes honorables. ¡Es tan grande y tan incontenible su fuerza, que esta vez el triunfo está asegurado!

En esa coyuntura, el líder rebelde enfatizó: “Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad a su término; no será como en el 95, que vinieron los americanos y se hicieron dueños del país; intervinieron a última hora (…) ¡Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas, esta vez sí es una revolución! (…).”

El 6 de enero en Sancti Spíritus, volvió sobre este tema cuando dijo: “Son viejas penas que llevamos dentro; quizás el recuerdo de 1895, donde los voluntarios y los traidores a la patria recibieron el manto protector de la intervención extranjera”, lo que fue respondido por exclamaciones del pueblo allí reunido.

Fidel a su paso por Matanzas. Foto: Tomada del libro «Caravana de la libertad»

 

El 7 de enero, en Matanzas, retomó el asunto al afirmar que era la primera vez que triunfaba una revolución en Cuba “la revolución que no triunfó en 1895 porque terminó en intervención, la revolución que no terminó en 1933 porque el golpe castrense lo impidió”, mientras “esta vez que no hay ni puede haber intervención, esta vez que no hay ni puede haber traición castrense”, el pueblo estaba de pie, tenía experiencia, una vanguardia revolucionaria y las armas en la mano, por tanto, “esta vez el pueblo alcanzará lo que tantas veces le han arrebatado.”

A lo largo del recorrido de la Caravana de la Libertad, el Comandante en Jefe reiteraba la afirmación de que la intervención había frustrado la revolución en 1895, de manera que, aunque muchas veces no mencionara directamente a Estados Unidos, lo señalaba como factor causante de que Cuba no hubiera alcanzado a realizar la revolución al término de las guerras independentistas del siglo XIX. Era una advertencia de cómo las nuevas fuerzas revolucionarias se proyectaban ante el posible intervencionismo estadounidense.

Las confrontaciones que pronto se iniciaron llevaron a Fidel a ser más explícito. El 21 de enero, en la concentración convocada ante el Palacio Presidencial para responder a las campañas de prensa contra la Revolución, fue bien claro y enfático en la actitud ante Estados Unidos:

Desde la terraza norte del Palacio Presidencial, Fidel se dirige al pueblo. Foto: Tomada del libro «Caravana de la libertad»

 

Yo no tengo que rendirle cuentas a ningún congresista de Estados Unidos, yo no tengo que rendirle cuentas a ningún gobierno extranjero. ¡Yo le rindo cuentas a los pueblos; yo le rindo cuentas, en primer lugar, a mi pueblo, al pueblo cubano y, en segundo lugar, a todos los demás pueblos de América!

Era una declaración de plena independencia, sin que abandonara la visión del pasado y pronto volvería a rememorar la historia para sostener esta posición. En ocasión de su visita a Caracas, el 23 de enero de 1959 habló en esa ciudad y retomó la mirada histórica para explicar el presente:

“He venido a Venezuela a traer un mensaje de pueblo a pueblo”: Fidel Castro, 23 de enero de 1959. Foto: Tomada de Cubadebate.cu

 

Y cuando después de 30 años de lucha, nuestro pueblo, nuestros ejércitos libertadores habían ya vencido virtualmente al ejército español, entonces Estados Unidos interviene en Cuba, dijeron que para liberarla, porque —según declararon— la República de Cuba, de hecho y de derecho, debía ser libre e independiente, y lo que pasó fue que cuando llegó la hora de entregarles a los cubanos la isla por la cual habían estado luchando durante 30 años, resultó que los mambises ni siquiera pudieron entrar en Santiago de Cuba; se quedaron allí dos años ocupándola militarmente y, al final, el Congreso se apareció con una enmienda impuesta por la fuerza a la Constitución de la república, mediante la cual le daba derecho a intervenir en los asuntos internos de Cuba.

Así, desde esa visión histórica, desde la presentación del decurso de los procesos revolucionarios en Cuba, el joven líder afirmaba la defensa de la plena independencia y la realización de la Revolución en las nuevas circunstancias y con las nuevas fuerzas que habían tomado el poder. Como planteó el 15 de marzo en la Universidad Marta Abreu, en Las Villas:

Esta vez le tocó ganar al pueblo, antes nunca ganó el pueblo, antes siempre triunfaron los enemigos del pueblo, en la del 68, en la del 95 y en la del 33. En la primera, porque se perdió la guerra, después de 10 años; en la segunda, porque vino la intervención y nos lo dejaron todo como está aquí y establecieron una sombra sobre nuestra soberanía y sobre nuestra república; y en la del 33, porque vino la traición del criminal dictador que tuvimos que padecer 11 años primero y siete años luego. Esta vez le tocó ganar al pueblo (…).

Desde la mirada hacia el pasado, Fidel Castro proyectaba el porvenir.

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