La firma automotriz alemana experimentó un doloroso proceso de ajuste luego del incidente conocido como Dieselgate, el cual significó un severo golpe a su credibilidad pues se comprobó que alteraban los resultados de las pruebas de emisiones contaminantes en los motores diesel de los vehículos que fabrican.
Como consecuencia, VW anunció despidos en todo el mundo y aceptó pagar 15 mil millones de dólares en un acuerdo con autoridades estadounidenses, país donde se dio el escándalo, así como indemnizar a los propietarios de unos 500 mil autos.
Meses más tarde, la compañía ha intentado hacer borrón y cuenta nueva, al presentar un ambicioso plan de modernización, el mayor de su tipo en toda la historia de Volkswagen.
El proyecto busca rejuvenecer la marca e incorporar avances tecnológicos como los autos libres de emisiones o eléctricos, pero la propuesta incluye la eliminación de 30 mil de los 610 mil puestos de trabajo que la empresa genera en 32 países de todo el mundo.
El pasado 18 de noviembre, cuando se anunció el plan de modernización, la firma indicó que la restructuración afectaría a las operaciones de la empresa en Suramérica, sin ofrecer más detalles, pero la televisora estatal alemana Deutsche Welle, aseguró que se esperaba la supresión de al menos cinco mil puestos de trabajo en Brasil, y dos mil en Argentina.
VW tiene en la actualidad cerca de seis mil trabajadores distribuidos en dos plantas ubicadas en General Pacheco, Buenos Aires, y Santa Isabel, Córdoba, ambas en Argentina. En Brasil, desde 1959, operan una fábrica en Sao Bernardo do Campo, Sao Paulo, así como otras instalaciones. En total emplean cerca de 20 mil personas.
La compañía también ha informado el recorte de unas 23 mil plazas en Alemania en los próximos años, pero en lugar de los despidos que se esperan en Latinoamérica, la estrategia será congelar los puestos de quienes se jubilen.
