Primero aparecieron en las imágenes sus botas, luego la barba, el rostro. Era Fidel con el pueblo, con los niños, con la gente común a quien tanto amor brindó. Entonces, el público enmudeció ante ese gigante de la Patria y comprendió la reverencia necesaria justo este 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos.
La Cantata por Fidel —organizada por la Unión de Jóvenes Comunistas y el Ministerio de Cultura que tuvo lugar este fin de semana en el teatro América— se detuvo en cada paso de la historia, donde el líder histórico de la Revolución Cubana dejó una huella inequívoca.
No faltaron las palabras de elogio, aquellas que reconocieron a una Cuba diferente luego de 1959, cuando el acceso a la educación, a la salud, al deporte y a la cultura permitió a los ciudadanos sentirse respetados e incluidos y, de la misma manera, garantizó que la vida, como derecho humano, tuviera la mayor de las garantías posibles.
Allí, en el tabloncillo del teatro, los jóvenes músicos fueron también expresión genuina del tributo. Y las canciones patrióticas —inspiradas en esta ocasión por un compromiso especial— hicieron que te recordáramos una y otra vez en la Plaza de la Revolución José Martí, en otras latitudes del mundo llevando muy en alto las banderas de Cuba, en decenas de tribunas y lugares.
Porque esa noche, ¡Comandante! no estuviste ausente cuando el cuarteto de Annie Garcés, Luna Manzanares, Eduardo Sosa y Raúl Torres te cantaron Cabalgando con Fidel, convertida ya en un himno de lucha en honor a tu memoria.
Ni cuando el grupo Moncada, acompañado de otros jóvenes músicos, levantó a un auditorio pleno con Mi historia crecerá; ni cuando se escucharon las canciones de Silvio, en las voces de María Victoria, Zule Guerra, y otros.
Allí estuviste ¡Comandante!, con tu gorra guerrillera y tu estrella alumbrando el futuro de la Patria, como siempre lo hiciste; dejándonos en cada actuación tuya el camino trazado para continuar la obra.