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 “Es un educador, un maestro”

El general de brigada (r) Marcelo Verdecia Perdomo es actualmente presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) en Cienfuegos. Foto: Modesto Gutiérrez, ACN

“Fidel, además de ser un gran líder, es un educador, un maestro…”, afirma el general de brigada (r) Marcelo Verdecia Perdomo, quien en la Sierra Maestra, con solo 17 años de edad, fue escolta del Comandante en Jefe hasta después del triunfo de la Revolución el 1º de enero de 1959.

Estos son algunos de sus recuerdos:

“Me incorporé al Ejército Rebelde a mediados del año 1957, poco antes de cumplir 17 años. Tuve la posibilidad de estar al lado de Fidel y participar en múltiples acciones y en los principales combates contra la ofensiva estratégica del ejército de Batista, a finales de 1958.

“De él aprendí mucho. Soy de origen campesino, pobre. Trabajaba a destajo, recogiendo café, para alimentar a mi familia, a mis hermanos. Nos quedamos huérfanos de madre a la edad de cinco años. Me criaron mis abuelas y mis tías… “

La primera vez que me presenté ante Fidel para incorporarme al Ejército Rebelde no me aceptó. Después conversé con Celia Sánchez. Ella le habló y él me preguntó: ‘¿Ya tienes arma?’. Le respondí que un ‘revolvito’. Entonces me integraron a la Comandancia. Comencé haciendo guardias. Quise bajar con las columnas del Che y de Camilo, pero él no me dejó. Después fui su escolta personal.

“Fidel tenía una visión muy larga. Era capaz de ver bien todas las cosas y analizarlas. Iba y venía en el tiempo.

“Había veces que nos movíamos solos, de una columna a otra. Y en el transcurso de la marcha me preguntaba si se podría hacer esto o aquello, si se atacaba por aquí o por allá…, a pesar de que yo no tenía preparación militar.

Marcelo Verdecia, junto al Comandante en Jefe, poco después del triunfo de la Revolución

“Bajé con Fidel y formé parte de la Caravana de la Libertad. En La Habana me entregó el fusil con mira telescópica con el que combatió en la Sierra para que yo se lo cuidara; lo llevábamos a todas partes. Llegué a la capital con cuarto grado de escolaridad y él me puso una profesora para que me superara.

“Hemos perdido físicamente a un gran líder, a un gran educador… Pero Fidel no ha muerto, porque está en el pueblo. Sus enseñanzas siempre serán tenidas en cuenta. Los jóvenes serán los continuadores de la obra revolucionaria. ¡Fidel está vivo!

 

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