Desde muy temprano en la mañana de este viernes, 2 de diciembre, una cifra casi incalculable de tuneros tomó posición a ambos lados de la Carretera Central, para escoltar el tránsito triunfal hacia la posteridad de su invencible Comandante en Jefe.
En el trayecto de unos 65 kilómetros, entre los poblados de El Yunque y Cañada Honda, limítrofes con las provincias de Camagüey y Holguín, respectivamente, la multitud enardecida no fue a decir adiós al artífice de la Revolución que dignificó a los cubanos, si no a reafirmar el compromiso de continuar su obra apegada a las ideas de justicia social para Cuba y el mundo, patriotismo, internacionalismo, solidaridad, antiimperialismo y a los principios éticos que cultivó.
Mientras esperaban la llegada del cortejo fúnebre los rostros consternados, pero firmes dieron pruebas de fidelidad, reconocimiento, respeto y admiración a su indiscutible líder enarbolando banderas cubanas y del Movimiento 26 de Julio; reafirmando consignas y mostrando imágenes de Fidel, Raúl, el Che… y de otros próceres que fundaron el presente luminoso.
Lo hicieron como muestra de que en la memoria histórica de la nación está el sustento del triunfo, el resorte que impulsa la continuidad y la sostenibilidad de nuestro proyecto social emancipador, como compromiso al que no renuncian las generaciones actuales y futuras, cuando de la soberanía nacional se trata.
Y no fueron a decir adiós, porque Fidel se queda en Las Tunas, en el corazón, los brazos y el talento de sus mejores hijos; en las lágrimas vertidas tras el paso electrificante de la Caravana que lo lleva a la inmortalidad.
Fidel vive y vivirá eternamente y se queda en cada escuela, hospital, fábrica, en sus desvelos por el mejoramiento humano que percibimos en la cotidianidad, sin permitir que la rutina apague el significado real de cada conquista, ese será el mejor tributo.
Fidel está y estará en cada rincón de la Patria que fundó independiente, digna que hoy se yergue como faro y luz para la humanidad, cual símbolo de que un mundo mejor es posible.
Así lo confirmaron sus compatriotas con enfáticas consignas: ¡Se oye, se siente Fidel está presente! ¡Yo soy Fidel! ¡Somos Fidel!, ¡Fidel, Fidel dinos que otra cosa tenemos que hacer! ¡Hasta la victoria siempre! Todas portadoras de la decisión de adoptar su concepto de Revolución como plataforma y programa en la edificación del socialismo próspero y sostenible que propone el invencible Comandante.
En Las Tunas está su impronta en el tránsito apurado hacia las zonas de mayor peligro en medio del azote del ciclón Flora; y, en las visitas realizadas a los centrales azucareros Antonio Guiteras (Delicias), Jesús Menéndez (Chaparra) y Perú (Jobabo); en el imponente Combinado de la Salud; en las plantas de aceros inoxidables; en la fábrica de estructuras metálicas; en la terminal de azúcar a granel; en sus recorridos por el Cerro de Caisimú, playa Covarrubias y en la agreste geografía de 40 Pesos, un apartado paraje del actual municipio de Jobabo.
En esos sitios y en toda la geografía local sus orientadoras palabras seguirán marcando las pautas del buen hacer y devienen reto de asumir los programas estratégicos de desarrollo pensados en beneficio colectivo desde la aguda mirada de futuro que indica los caminos de la victoria.
Fidel se queda en Las Tunas en cada sonrisa infantil, en el entusiasmo emprendedor de los jóvenes, en la inteligencia cultivada, los hogares de ancianos, las tierras entregadas a los campesinos…