Una y otra vez el pueblo cubano se ha reunido en la Plaza de la Revolución José Martí con su Comandante en Jefe Fidel Castro. Momentos de reafirmación patriótica, homenajes, consulta de decisiones aunaron a varias generaciones… Ahora, no podía ser diferente.
Bajo la profunda mirada del Martí marmóreo los cubanos volvieron, movidos por sentimientos de tristeza, compromiso para dedicarle un hasta siempre a este genial hombre, al guerrillero del tiempo. Porque Fidel es Fidel como dijo Raúl. Construyó una Revolución Socialista en las narices del imperio del norte. Ejemplo y guía de los pobres, los oprimidos. Un bastión de fortaleza y dignidad para Cuba, la América y el Mundo.
Amigos de los cinco continentes vinieron a expresar gratitud, respeto ante este coloso de nuestra era, su pueblo, su familia. En diferentes idiomas pero con un solo sentir se escucharon anécdotas, agradecimientos, ánimos y confianza en que los cubanos sabremos mantener el inigualable legado del líder de la Revolución.
No se podrá hablar del siglo XX, ni del XXI si no se le nombra. Es que Fidel entró por la puerta ancha de la historia, dejó su huella en cada rincón. Un hombre que inspiró por su sentido de la justicia, el deber.
La plaza vibró de emoción, no podía ser diferente con quien ha dado y ha hecho tanto por los demás. Miles de voces clamaron: ¡Yo soy Fidel; Fidel está aquí, Fidel somos todos!
Los imprescindibles no mueren y él no ha muerto. Va creciendo en los niños, se multiplica en los jóvenes, las mujeres, los obreros, los campesinos en toda Cuba. Está y estará presente desde ahora y para siempre en cada hombre de bien que ande por los caminos del reino de este mundo presto a luchar, a continuar. ¡Hasta Siempre Comandante!