Entre los jóvenes que aquel 26 de julio de 1953 acompañaron a Fidel en el asalto al cuartel Moncada en la ciudad de Santiago de Cuba, estaba Ernesto González Campos.
Rememora cuando conoció al líder histórico de la Revolución cubana y los momentos en que contactó con él para emprender la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista. Y decidió sumarse a aquella generación. “No nos importaba caer, como cayeron los 70 compañeros hermanos nuestros en el Moncada”, expresó.
Las palabras apenas le brotan al evocar a su Comandante. “Fue nuestro guía y hermano y lo recordaremos eternamente. Ha muerto invicto, murió firme; el imperialismo no pudo ni siquiera tocarlo”, agrega este veterano luchador clandestino y participante en los combates contra la invasión mercenaria por Playa Girón y frente a las bandas contrarrevolucionarias en la Sierra del Escambray.
“Nos ha enseñado a ser solidarios, a ser hombres y a querer a la humanidad como a nosotros mismos. Quien no crea en las ideas de Fidel, solo cree nada más que en el egoísmo”.
Para Ernesto, la forma en que el Comandante en Jefe concebía cómo debía ser un revolucionario está presente en su concepto de Revolución. “¡Eso es patriotismo!”, enfatizó.