La memoria tiene entramados complicados. Desde hace 16 años es frecuente escuchar el concepto de Revolución, incluso analizarlo, sabemos su trascendencia y lo apoyamos, y solo en esta circunstancia es que recuerdo cómo fui testigo directa de aquellas palabras.
Esos días vienen a mi mente y en especial aquel momento excepcional.
Era la mañana del Primero de Mayo del 2000, acabábamos de escuchar a Fidel en la madrugada durante el Congreso de la CTC. Sus palabras eran aleccionadoras, se habían tomado medidas importantes para el movimiento sindical para potenciar la eficiencia económica, la atención al trabajador y a la mujer trabajadora, Fidel era el ideólogo. También asistían varias delegaciones de sindicalistas de diferentes países que se pronunciaron a favor de una lucha que comenzaba: la liberación de los Cinco Héroes antiterroristas cubanos.
Los delegados atendían las observaciones del Comandante en Jefe Fidel Castro. Era madrugada y él, dándose cuenta de la hora, explica que quedaría clausurado el Congreso en la Plaza de la Revolución. La Plaza como siempre, inmensa, hermosa, engalanada con banderas y flores, y el pueblo junto a él.
Fidel habló, hizo un resumen de los días vividos en discusiones e ideas y en medio de la alegría que significa un Primero de Mayo para los cubanos comenzó a decir con voz enérgica, el concepto de Revolución.
Poco a poco la algarabía iba disminuyendo y se hacía silencio, que llegó a ser profundo, por instantes se aplaudía, y se empezaban a agitar banderas, a gritar Fidel, Fidel, Fidel… El pueblo sabía lo que Fidel estaba explicando, el pueblo sabía que Fidel había concretado en breves párrafos nuestra autenticidad, nuestra historia, nuestras convicciones.
Después ese concepto quedó para impulsar ideas, para establecer compromisos, para convocarnos a ser mejores cubanos, hoy se firma para seguir siendo martianos, para seguir cumpliendo con el guía, con el líder, simplemente para seguir siendo Fidelistas, que es seguir unidos, para continuar siendo solidarios, para seguir siendo internacionalistas. Para seguir siendo banderas.